Un trabajo del CODITA vincula la violencia de género con impactos sobre la salud de las víctimas
Una enfermera tarraconense apunta la existencia de trastornos físicos, aparte de los psicológicos
La violencia de género en las mujeres mayores de edad tiene impactos en la salud psicológica y física a medio y largo plazo. Así lo pone de relieve un trabajo de final de grado de enfermería presentado por Alba Vives en la VI Jornada de Innovación de Investigación del Colegio de Enfermeras y Enfermeros de Tarragona (Codita). A la ansiedad, depresión, insomnio, trastorno de estrés posttraumático o las ideaciones suicidas se suman los impactos físicos y biológicos. Además de golpes, heridas, hematomas de forma inmediata, Vives cita que con el tiempo se pueden producir cefaleas, problemas gastrointestinales -indigestión, diarrea, estreñimiento o síndrome del intestino irritable-, dolores crónicos, problemas en la salud sexual y reproductiva o aumento del riesgo de consumir drogas.
Según el trabajo, las agresiones sexuales también pueden suponer embarazos no deseados, abortos de riesgo, contagio de enfermedades de transmisión sexual, maltrato durante el embarazo o la amenaza de un parto prematuro o riesgo de bajo peso al nacer.
Según recuerda Vives, la ansiedad y la depresión están directamente relacionadas a la violencia psicológica: «no se entiende violencia física o sexual sin la psicológica». Así, en la violencia emocional o económica, sin coincidir con otros tipos de violencia, se observan síntomas como malestar, cambios de humor, llanto sin motivo, irritabilidad, insomnio o fatiga permanente».
Al fin y al cabo, según el trabajo, refuerza la tesis que la violencia sexual, tiene consecuencias a largo plazo en la vida de las mujeres, donde la mayoría de ellas, comunican altos niveles de malestar psicológico. No obstante, no sólo la violencia sexual tiene consecuencias, según recuerda. La violencia emocional y económica, menos visible y más difícil de detectar por los profesionales sanitarios, también afecta fuertemente a la salud mental, incluso después de que la violencia haya finalizado.
Más allá de la propia víctima, apunta Vives, la violencia de generación también tiene una importante afectación sobre su entorno, principalmente los hijos e hijas que también son víctimas y que pueden sufrir: debilitamiento gradual de las defensas físicas y psicológicas, disminución del rendimiento intelectual -área laboral y educativa-, trastornos de la conducta y de aprendizaje, riesgo de reproducir los modelos de relación violentos y riesgo de lesiones leves o mortales entre los miembros de la familia.
Los resultados del trabajo se han basado en la revisión bibliográfica de artículos publicados los últimos cinco años sobre esta temática. La autora concluye que hay que concienciar al colectivo enfermero para detectar posibles casos de violencia de género, «De hecho, a menudo las enfermeras somos las primeras que tenemos contacto con la mujer maltratada, aunque no acuda por este motivo, y por esta razón una correcta formación sobre el tema y una buena actuación pueden ser de vital importancia para cambiar y ayudar a la mujer», cierra.
Según recuerda el Codita, durante 2021 se denunciaron 804 agresiones sexuales y un 8,7% de estas han sido violaciones grupales, según datos del Departament d'Interior. En el 80% de los casos, según las expertas, los agresores son personas conocidas de la víctima.