Judicial
Siete años de prisión para la madre y la abuela que tiraron un bebé a un contenedor de Torreforta
El juez las condena por asesinato con el agravante de parentesco y el eximente del «miedo insuperable» al cabeza de familia
El juez ha condenado a 7 años de prisión a la madre y a la abuela del bebé al que tiraron en un contenedor en Tarragona, a las cinco horas de haber nacido. Los hechos se remontan al 24 de marzo del 2020 en el barrio de Torreforta. La sentencia, dictada después del veredicto de culpabilidad emitido por el jurado popular el pasado 1 de marzo, condena a Sara Z., de 20 años y madre del bebé, y a María Celeste E., de 42 años y abuela de la criatura, por un delito de asesinato con el agravante de parentesco y eximente incompleta de «miedo insuperable» -al padre y marido de las dos procesadas.
Además, también tendrán que indemnizar a los tres tíos de la pequeña -hermanos de la acusada- con 15.000 euros a cada uno. El juicio se celebró a finales de febrero en la Audiencia.
La sentencia considera probado que Sara Z. se quedó embarazada cuando tenía 18 años -de padre desconocido, que ocultó el embarazo a toda la familia por miedo a su padre y que intentó abortar en varias ocasiones, pero la gestación ya estaba demasiado avanzada. También recoge como hecho probado que parió la noche del 23 al 24 de marzo en la habitación que comparte con sus hermanos y que tapó la boca y la nariz del bebé con sus manos, sin llegar a asfixiarle, porque dejó de llorar, y lo dejó en el armario.
De madrugada, la madre lo descubrió y por miedo también a la reacción del padre y marido respectivamente, ambas decidieron esconder a la niña en el armario hasta el día siguiente, cuando él se marchara de casa, y abandonarla en un contenedor de la basura A las diez de la mañana, la abuela puso al bebé, todavía vivo, en una caja de cartón, envuelto con una sábana y lo llevó al contenedor. «De esta forma acabaron con su vida», sentencia el juez.
De hecho, el jurado ya enfatizó la «acción homicida» tanto de su hija, cuando intentó asfixiarla durante la noche, si bien la pequeña se resistió a morir, como por parte de la abuela materna, dejando la bebé en un contenedor de residuos, «anulando cualquier posibilidad de supervivencia».
El juez coincide con el jurado popular que fue decisión de madre e hija abandonar a la pequeña en un contenedor de la basura, cinco horas después de nacer, y que esto le ocasionó la muerte, por su «especial vulnerabilidad e indefensión». La sentencia tumba el argumento «imaginativo» de la defensa, que planteaba que la criatura podía estar desaparecida en manos de un «buen samaritano». «Está muerta a consecuencia de la voluntad y acción de las acusadas», expone.
Rebaja de la pena por miedo al abuelo
Hay que recordar que la fiscalía había pedido 18 años de cárcel para cada una de las acusadas –la petición inicial era de prisión permanente revisable. El juez finalmente ha reducido la pena a los 7 años de cárcel. La propia fiscalía había solicitado dos grados de reducción por la eximente incompleta del miedo insuperable al cabeza de familia, con una pena máxima de 7 años y medio. Durante el juicio, ambas acusadas insistieron en ese temor e incluso la madre del bebé aseguraba haber sufrido abusos sexuales por parte del padre durante cuatro años, de los 14 a los 18 años.
El juez también mantiene como el jurado popular que el miedo que sentían las dos acusadas hacia el padre no justifica el destino que tuvo el bebé, tirado a un contenedor. La sentencia judicial recoge que ese «miedo derivado» de años de violencia dentro de casa las «mediatizó» a actuar de esa manera, pero «no hasta el punto de no haber podido actuar de otro modo». Es decir, que había «opción a dejar la recién nacida en otro sitio diferente, como servicios sociales o algún otro lugar donde se la pudiera encontrar».
La sentencia, hecha pública este viernes, también da por hecho que ambas acusadas estaban en plenas facultades mentales a la hora de cometer los hechos. Aparte de las dos acusadas, durante el juicio también declaró el padre supuestamente maltratador, que negó los hechos, y también amigas de la joven acusada, a las que ella contactó por teléfono y confesó lo que había hecho ayudada de su madre.