Cultura
Garreta: «He querido mejorar el aspecto de la ciudad donde he vivido»
El arquitecto del edificio del Puerto, de la Residencia de Mercè y de la Diputación revisa sus obras más emblemáticas
Hace algunos días se inauguró la remodelación del edificio del Puerto de Tarragona, que llevaba años cerrado a la espera de reparaciones. Esta construcción tan característica es obra del arquitecto Josep M. Garreta (Tarragona, 1941), autor también de otros edificios emblemáticos de la ciudad como la Residencia de Mercè y la reforma integral del edificio de la Diputación. Garreta presenta, como denominador común de su obra, la adaptación de los edificios a la finalidad porla cual se han vuelto necesarios, y también su relación con el entorno. Una adaptación no mimética, sino que no renuncia a gestos que sitúan las construcciones dentro de la arquitectura contemporánea.
Su obra más conocida es, quizás, la sede del Puerto de la Tarragona, encargada a principios de los 70 y que entró en servicio una década después. Destaca por la diversidad de volúmenes geométricos realizados con obra vista de hormigón, cosa que lo convierte en un ejemplar de arquitectura «brutalista», llamada así a partir de la expresión francesa béton bruto , que significa, precisamente, hormigón crudo.
Según Garreta, «me pidieron un edificio representativo, porque los dirigentes del puerto, entonces, valoraban que tenía que tener una importante calidad de diseño. Yo me propuse que representara la fuerza, la iniciativa y los deseos de progreso del puerto de Tarragona y de la gente emprendedora,» dice.
Atraer la atención
El arquitecto añade que «resolví la fachada con formas cristalográficas, porque, mirando el entorno, no había una línea común. En el puerto hay almacenes, grúas, otros edificios, pero no hay uniformidad. Así que pensé en añadir otro elemento representante, como he dicho, a la gente del puerto y la gente de mar. Es un edificio pensado para atraer la atención», explica.
El entorno, sin embargo, jugó su papel. Garreta, según ha dicho, descartó una estructura visible de hierro, sometida a la corrosión, y optó por el hormigón, consagrado por la arquitectura vanguardista francesa. «Tenía que ser un edificio que atrajera la atención, que mirara en todas direcciones, que fuera representativo de la gente que vive con la tensión del progreso», dice.
La remodelación a que ha sido sometido ha gustado especialmente al arquitecto, porque «ha contribuido esencialmente a suavizar las formas. Se ha mejorado muchísimo la expresividad de la construcción. Cuando se hizo no había cristales de la medida que se necesitaban en el puerto. Ahora, en cambio, se han podido conseguir. El resultado ha sido muy satisfactorio», concluye.
Otra de las obras que ha definido la forma de la Tarragona contemporánea ha sido la Residencia de Mercè, en la cabeza de encima del paseo de Sant Antoni y al lado del palacio de la Diputación. Destinada a las personas grandes, está concebida como una estructura escalonada, adaptándose al desnivel del terreno, entre la franja costera y la Parte Alta. Entró en servicio en 1978.
Según Garreta, «lo que buscaba en este caso era hacer ciudad. Quería cubrir la franja inferior del skyline de Tarragona, marcando un ritmo ascendente que se completa con la Diputación y, más arriba, la Catedral», asegura. «Pienso que la forma es una consecuencia de la intención», añade, «y aquí se trataba de completar el perfil de la acrópolis tarraconense». Sin embargo, Garreta ha querido remarcar las diferencias entre el edificio original y lo que se puede ver actualmente. En principio, la residencia era completamente escalonada y, en el interior, además de las habitaciones y las salas destinadas a las personas que vivían allí, disponía de ascensores que se desplazaban siguiendola línea inclinada del edificio, de manera que en el exterior se respetaba la línea con que había sido diseñado.
Con la remodelación que se ha hecho recientemente, los espacios de ascensores inclinados han desaparecido y se han sustituido por estructuras rectangulares verticales a ambos lados del edificio. Garreta desaprueba esta opción: «Parecen dos silos sin ninguna relación con la residencia», dice, remarcando que se ha alterado la idea que guióel diseño.
Uno otro hito arquitectónico de la ciudad obra de Garreta es el palacio de la Diputación, de 1987. «En este caso, se trataba de cambiar un uso patrimonial», explica, ya que, antiguamente, las instalaciones eran un orfanato denominado «la Beneficencia». Aquí, el trabajo de Garreta consistió en restaurar la fachada para devolverle su aspecto inicial reformando completamente el interior, para que pudiera ser un centro político y administrativo. Explica, con satisfacción, que el arquitecto municipal Alfonso Bacquelaine, visitando el edificio una vez terminado, le dijo: «Miro y miro y no puedo ver qué es nuevo y qué es viejo».
Y es que, en palabras suyas, «siempre ha sido una satisfacción mejorar dentro de mis capacidades la ciudad donde he vivido».