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Tradiciones populares

Los tarraconenses se entregan a comer la mona fuera después del covid

El Pont del Diable y el Parc del Francolí han sido los puntos de referencia de los que no se quisieron quedar en casa

Al Pont del Diable, les famíies s'aplegaven al voltant del monument romà per dinar i tastar la mona.

Los tarraconenses se entregan a comer la mona fuera después del covidGerard Martí

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Los lugares tradicionales de comer la mona en Tarragona, como el Pont del Diable o el Parc del Francolí, se volvieron a llenar ayer de gente después de dos años de restricciones a causa del covid. A partir del mediodía era usual ver familias que reservaban lugar para comer en los dos entornos, así como grupos de personas que daban paseos por la zona. En un entorno completo de día festivo, y con muchas dificultades para aparcar en los accesos de las zonas para peatones, la jornada no se diferenciaba casi de las otras que había habido antes de que empezaran las restricciones a causa de la pandemia.

Tal como afirmaba Jesús Martínez, «venir aquí a comer la mona es el resultado de muchos años de tradición. En pandemia no hemos venido, porque había demasiado riesgo. Ahora hemos vuelto, y nos falta gente, pero es un buen momento de dejar atrás todas estas historias. Nosotros somos de Sant Pere i Sant Pau, y el Pont del Diable nos queda muy cerca. Aunque es cierto que, cuando éramos pequeños, había más campo y más vegetación en todas partes. Ahora vive más gente, por aquí», afirma.

Otra familia afirma haber descubierto el lugar por primera vez. Xavi venía de Barcelona, estaba pasando unos días en Salou, con su mujer, sus hijos y sus suegras polacas. Habían salido de picnic y se encontraron con el Pont del Diable. «Es muy bonito», decía Xavi, «no lo había visto nunca y no me esperaba que la gente lo utilizara para hacer encuentros como estos. En Barcelona somos más de comer la mona en casa, con la familia», concluye.

La familia Mejía-Roca, por su parte, se declaraba más tradicional. «Hace más de cinco o seis años que venimos aquí. Vinimos y todo cuando la pandemia, porque somos nueve y los grupos no podían superar las diez personas. De hecho, un año sin venir aquí no es lo mismo», indicaba.

En el Parc del Francolí, más reciente, también se reunió bastante gente, cada uno alrededor a sus mesas. Eva explicaba que «esta es la primera vez que venimos aquí, porque arriba, en el Pont del Diable, estaba lleno. Pero hemos visto que aquí está muy bien cuidado, y los niños se lo pasan muy bien. De lo que se trata es de pasar el día saliendo de casa», concluyó.

Pilar es la segunda vez que va al Parc del Fancolí, sobre todo porque le queda cerca de casa y puede venir a pie. «Además, hay césped, hay gente y hay muy buen ambiente. Nos gusta comer la mona al aire libre», dice. Parte de su familia es la primera vez que viene, y quizás por eso no escondía los elogios para el lugar que han escogido. «Si todo va bien volveremos el año que viene», insistía. Recordaba que el año pasado había menos grupos y tenían que estar más separados por el covid, pero que este año todo hace pensar que ya queda muy poco de la pandemia que tantos dolores de cabeza les ha generado.

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