«Me veo mayor, pero no me quiero quedar fuera del camino, quiero ir con mi tribu»

— El Premio Jaume Fuster lo otorgan los socios del AELC. Habiendo recibido algunos de los premios más importantes de la literatura en lengua catalana, ¿qué supone para Usted este nuevo reconocimiento?

— Este es un premio al cual no te presentas, lo escogen los asociados. Me ha llegado en una edad avanzada, viviendo sola, y no me adapto muy bien. Pensar que tengo la compañía de todos estos colegas me ha confortado mucho.

— El premio reconoce la calidad de la obra, la importancia de la trayectoria y el compromiso. Es todo a lo que puede aspirar un escritor.

— Sí, para empezar este es un premio que se otorga a la trayectoria. Después, con respecto a la calidad de la obra, no me corresponde decirlo a mí, aunque todo el mundo está convencido de que, cuando escribe un libro, lo hace bien. Siempre he pensado que los jurados de los premios son como un tribunal, vas allí a examinarte de la obra. Si te lo aprueban, señal que es buena. Después viene otro premio, con otro tribunal, y te lo vuelve a aprobar... Eso era así en los años ochenta, que es cuando yo gané algunos de estos premios. Ahora todo ha cambiado mucho. Después, hay otra cosa que me parece importante, y es que a mí no me conocían, porque yo era de Tarragona y, por lo tanto, aquellos jurados no valoraban la persona, sino la obra.

— Precisamente en su nuevo libro, Cua de vaca, se muestra muy crítica con los actuales premios literarios.

— Sí, porque los que he podido leer no llegan a la altura de una buena novela. No están bien redactados, no acaban de convencer. Antes, los dueños de las editoriales eran personas diferentes, ahora parece que todo es una misma firma, donde prima más la venta que la calidad. La gente se lo traga todo, ve que la novela tiene un premio, y la compran. Y todavía me gusta menos cuándo el premio lo da una administración, porque es muy difícil que se hayan leído todos los libros de Catalunya para poder valorarlo.

— Esta cola de vaca que da título a su nuevo libro hace referencia a una necesidad de ser remolcada, de no quedarse en laorilladel camino.

— Todo parte de una foto que tenía y he perdido. Era muy curiosa, porque es de cuandoéramos jóvenes, en el Pirineo. Estaba muy cansada y un pastor que pasaba por el camino me dijo Cójase a la cola de la vaca. Yo no quería, porque era una chica de ciudad, pero al final me dejé llevar por la vaca, que me remolcó un rato. No había pensado más hasta la hora de escribir este libro. No conseguí encontrar la foto, pero sí que recuperé el significado de la historia. Ahora, me veo mayor y me siento débil, pero no me quiero quedar fuera del camino tirada, quiero ir con mi tribu, y que me remolquen. Las colas de vaca son aquellas personas que se ofrecen a remolcarte hasta no se sabe dónde. El libro es una recopilación de prosas, y me ha hecho gracia que, en algunas, he acabado encontrando relación con las vacas.