Tradición
La procesión del Corpus vuelve con toda solemnidad a la Part Alta
Se recuperan los elementos que han caracterizado siempre esta celebración en la ciudad
La procesión del Corpus salió ayer de la Catedral por primera vez después de la pandemia, creando una gran expectación entre los centenares de personas que se acercaron a este evento popular y religioso. También compareció parte del seguci popular, el que por protocolo acompaña esta procesión.
El séquito se esperaba en el Pla de la Seu cuando, a las siete menos cuarto de la tarde, empezaron a tocar todas las campanas de la Catedral y se organizó la procesión. Lo encabezaba Magí de les Timbales, que iba seguido de los Gegantons Negritos, los Gegants de la Ciutat y los Gegants Vells o de la calle Còs del Bou, cada uno de ellos acompañado de sus músicas. A continuación circulaba la parte religiosa de la procesión, con cruces, penons de entidades religiosas y presbíteros. Como es tradicional, figuraba también un numeroso grupo de niños y niñas que han hecho la primera comunión este año. Cerraban la comitiva las autoridades municipales, encabezadas por el alcalde, Pau Ricomà.
Eran, precisamente, los espectadores más pequeños los que mejor parecían pasárselo entre la multitud, ya que, con las medidas de seguridad de la pandemia, no habían tenido la oportunidad de ver antes una procesión.
«Hace mucho tiempo que no vemos al séquito en la calle, en un acto de estas características. Es muy emocionante», decía Maria Sanz, una de las espectadoras, que se lo miraba con su familia.
Otro asistente al acto, Pau Rioné, explicaba que «la procesión del Corpus, en Tarragona, siempre ha sido muy solemne. Es una característica de nuestra ciudad. Y ahora es una satisfacción volver a tenerla aquí en la calle».
Miquel García, otro de los participantes, remarcaba el hecho que «no me esperaba ver a tanta gente en la calle, después de tanto tiempo. Yo me pensaba que recuperar estas cosas sería complicado, porque cuestan esfuerzo y la gente puede perder la costumbre. Pero veo que no, y estoy contento».
La festividad del Corpus, una de las principales de la liturgia católica, se celebraba antes en jueves, porque era una de aquellas fiestas que no tenían un encaje definitivo. Concretamente, la Iglesia la fijaba el jueves siguiente a la octava de Pentecostés. Posteriormente, y por motivos de calendario laboral, las celebraciones pasaron al domingo siguiente. En algunas localidades, como en Tarragona, se vincula a la actividad del ou com balla, que consiste en poner un huevo en lo alto de la fuente central del claustro de la Catedral y contemplar sus evoluciones. A lo largo del día de ayer, centenares de tarraconenses pasaron por el claustro y no se quisieron perder la reaparición de este elemento popular. Como es habitual, los niños fueron los protagonistas.