Sant Magí
Sant Magí trae el agua y el fresco a Tarragona rodeado de gran expectación
Las calles de la Parte Alta se llenaron para recibir a la comitiva de los portants después de dos años de fiestas a medio gas
«Mira, ya ha llegado el agua», comentaba Francesc Ferré (23 años) mientras esperaba a los portants en la calle de Antoni Rovira i Virgili. Cuatro gotas empezaban a salpicar la acera hacia las 18.15 horas, pero todavía no se sentían los relinchos de los caballos que llevaban el milagroso líquido de las fuentes de la Brufaganya.
Los hermanos Ferré –Francesc y Jordi (19 anys)– habían venido desde Valls para ver a un amigo grallero que acompañaba a la comitiva, pero empezaban a sentirdr víctimas de la desilusión cuando vieron que sólo había una decena de personas a su alrededor. «Esperamos que en la plaza de la Font esté la gente de Tarragona, que haya la devoción por esta tradición, que salgan los castells y los gegants y que haya fiesta grande», mencionaba Francesc. Dicho y hecho. Sólo atravesar la autovía del Mediterrani, el número de ciudadanos ya se contaba por centenares y la imagen era todavía más imponente cuando los carruajes se presentaron, pasadas las 19 h., delante del Ayuntamiento. Todo el mundo quería presenciar ayer la llegada de los portants de l'Aigua. Todo el mundo quería disfrutar, por fin, de Sant Magí.
«Después de tres años, volvemos a tener lo que queríamos», pronunció el alcalde, Pau Ricomà, en la plaza de la Font. Y es que este año, la fiesta mayor volvía a ser mayor. Había carros estirados por caballos –nueve–, personas repartiendo albahaca, una multitud llenando las calles de la PartAlta hasta los topes. También hicieron acto de presencia los gegants, los nanos, los bailes de bastons, las collas castelleras y el resto de entidades que enfilaron hacia el Portal del Carro.
Incluso había algún turista despistado que se sorprendió al ver un caballo paseando por las vías céntricas de la ciudad. Y el tiempo, haciendo caso omiso a los chaparrones de Sant Roc, decidió respetar la tradición y no pasar por agua la veneración del mártir, mientras daba una tregua a la población después de las olas de calor.
«Sant Magí es el patrón del agua y nos ha traído el agua y el fresquito. Eso es para hacer un pensamiento. No sé si es casualidad o si Sant Magí nos ha bendecido a todos», apuntabaRemei Roca (68 años). Después de dos ediciones de Sant Magí a medio gas, nadie se quería quedar en casa mientras se producía la vintinovena Baixada de l'Aigua. «Teníamos ganas de todo», valora Pepita Roca (67 años).
Una tradición arraigada
La familia de las hermanas Roca respira Sant Magí desde hace mucho tiempo. Pepita y Remei se trasladaron a Tarragona provenientes de Alcover, y ya fue en la capital que la última se casó con su marido, uno de los portants del agua de Sant Magí.
La hija del matrimonio, Remei Puig (44 años), comenta que el mejor momento de la fiesta mayor, para ella, no es la festividad castellera, ni la juerga y la xerinola, ni la parte religiosa, sino ver que, después de dos días y medio de travesía, los encargados de transportar el agua llegan sanos y salvos.
«Ver que entran todos bien, que llegan y que traen el agua para Tarragona, es lo más emotivo. Y si, además, tienes a conocidos o a tu familia entre los portants, te empieza a latir rápido el corazón», detalla. Después de la muerte de su padre, son su hermana y su sobrina las que siguen la tradición familiar completando el trayecto desde la Brufaganya.
Conservar las viejas costumbres también es un aspecto vital para Jordi Samper (39 años). Nacido en Tarragona, siempre ha vivido las fiestas con ilusión, pero, a raíz de su paternidad, las valora todavía más, sobre todo, después de dos ediciones sin poder disfrutar porque no tocaba ponerse entre la multitud. «Me gusta intentar conservar lo que he vivido de pequeño. Creo que es muy importante», reflexiona. «Los hijos, igual no lo viven porque las cosas se transforman y evolucionan, pero la ilusión todavía está viva», añade.
Los hermanos Ferré comparten visión. Ambos forman parte del baile de Cavallets de Valls y consideran que se tiene que hacer un esfuerzo porrecuperar y mantener los elementos tradicionales de Cataluña. «Eso no deja de formar parte de la cultura de Tarragona y yo pienso que se tienen que mantener estas costumbres», expresa Francesc.
«Ha dicho que forma parte de la cultura tarraconense, pero nosotros somos catalanes y tenemos que salvar Cataluña. Por lo tanto, forma parte de la cultura catalana», lecorrige Jordi. «A mí, todo eso, me encanta», expresa el menor de los hermanos, que utiliza la palabra «devoción» para describir como vivelas fiestas, la misma que utilizan los miembros de la familia Puig Roca.
Remei Roca recuerda con emoción una fotografía que tomó en las fiestas de Sant Magí cuando su hija todavía era una niña. «Cuando vio a su padre, quiso ir a su cuello. Era muy chiquitina e hizo un trocito de la Professó con él», rememora.
En la plaza de la Font, los portants del agua se reunieron con los gegants, los nanos, los bastoners y los otros elementos del seguici festivo. Juntos y de uno en uno, encauzaron la subida hacia el Portal del Carro para reencontrarse con las collas castelleras. Y, una vez allí, era la hora de repartir el agua milagrosay los botijos de la fiesta. «Ahora, a acabar de disfrutar», concluyó Remei Roca.