Sociedad
«Los compañeros no ven a Iu como el niño de la ONCE, sino como a un amigo»
La ONCE acompaña este curso diez estudiantes con discapacidad visual en Tarragona con el objetivo que sean autónomos
Iu es un niño de seis años, alumno de segundo de Primaria en la Escuela l'Arrabassada. A veces, complementa su estilo con una gorra y unas gafas de sol, que no se saca ni dentro del aula. No es, sin embargo, cuestión de ir a la moda: es albino de piel y ojos, sufre fotofobia y tiene una discapacidad visual. Sólo ve un 10%.
«Si tengo un señor con barba al lado, si no se acerca mucho, quizás no nos reconoce», explica su padre, Salva. No obstante, para sus compañeros, no es un alumno diferente, sino que es su amigo. «Los niños no lo ven como el chico ciego de la ONCE, eso es cosa de los adultos. Para ellos, es Iu y es así. Es una característica intrínseca de él», comenta Salva. En clase, Iu no pasa desapercibido a los ojos de un visitante. Dispone de una lupa para poder leer textos, de un ordenador y de un atril que le permite acercarse al papel a la vez que corrige la posición corporal. El aula también está adaptada a sus necesidades.
El uso de letras mayores en los carteles, la vozen off de los profesores para describir las escenas de los vídeos que se proyectan, el predominio del color negro cuando se sirve la pizarra o la eliminación de los términos «allí» y «aquí» del vocabulario de los docentes son algunas de las medidas que se toman para facilitarle el aprendizaje.
Para los otros estudiantes, eso no es una sorpresa, sino que forma parte de su normalidad. «El objetivo es disminuir barreras, no intentar compensar lo que le falta al niño. La sociedad no está pensada para las personas con diversidad funcional o con capacidades diversas y nosotros tenemos que suplirlo. Hay una serie de adaptaciones que tenemos enclase que creo que los niños ni siquiera son conscientes», señala su tutora enla Escuela l'Arrabassada, Montse Borrull.
Salva aplaude la existencia de un sistema de educación inclusivo en que se trabaja la diversidad. Antiguamente, los alumnos con una discapacidad visual eran segregados y escolarizados por separado, pero lejos ha quedado aquella época.
«Los niños tienen derecho a recibir la misma educación en centros ordinarios. Es cierto que, en su caso, estarás más pendiente de la cuestión visual, pero otro niño también tiene sus cosas. Acompañas a cada uno con lo que necesita», comenta. El padre de Iu también opina que la escuela se tiene que asimilar «lo máximo posible a la sociedad», donde convive gente con características bien diversas.
Autonomía e inclusión
A la hora del patio, Iu es un niño autónomo. Se ha buscado estrategias para localizar donde está en todo momento. Era una de las voluntades de laONCE, que este curso escolar, junto con el Departamento de Educación, acompaña a diez alumnos con discapacidad visual en la ciudad de Tarragona, una cifra que se incrementa hasta los 81 en la totalidad de la provincia.
«El objetivo es que el alumno sea uno más dentro del conjunto de la clase y que, con nuestro asesoramiento, pueda ser autónomo», detalla el director del centro de recursos educativos de laONCE en Cataluña, Manel Eiximeno. Eiximeno considera que es positivo para los estudiantes tener un compañero con una discapacidad que mantiene el mismo ritmo de aprendizaje que ellos, ya que desde bien pequeños «tendrán una sensibilidad más abierta». «Sabrán como ayudar y serán conscientes de que hay personas en el mundo con capacidades especiales», declara.
Con todo eso, se llegaría a un escenario ideal en el que los niños y las niñas sabrán «que Pere y Maria son Pere y Maria, no el niño ciego y la niña ciega». «Es un compañero que también tiene nombre y apellidos. En un momento determinado, lo tendrán que ayudar, pero también será autónomo», añade Eiximeno.
La meta a largo plazo es que la persona con discapacidad visual sea capaz de resolver sus particulares incidencias. «Si no, habremos hecho un mal trabajo. Habremos creado una persona dependiendo», remarca el director del centro de recursos educativos.
Pepi Marquès es la maestra que coordina el programa en Tarragona. Conoció a Iu cuando sólo tenía un mes. Aparte de acompañamiento, desde la ONCE y Educación también asesoran a los profesores y se encargan de adaptar los materiales a las necesidades de los alumnos con discapacidad visual. «El trato tiene que ser el mismo, pero teniendo presente que hay cosas que no podrá hacer o las tendrá que hacer de una manera diferente», explica.
En el equipo del programa de recursos educativos no sólo intervienen maestros, sino también trabajadores sociales, psicólogos, psicopedagogos, técnicos de rehabilitación, técnicos informáticos... Precisamente, el acompañamiento psicológico a los niños y las familias es uno de los aspectos que más valora Salva.
«Te ayuda a afrontar la discapacidad de un hijo, que es una cuestión que no es nada fácil. Te ayuda a asimilarla, a integrarla en tu ente y a verlo de la mejor manera posible», destaca. Al final, el objetivo primordial se ha cumplido. «Él se siente incluido», concluye Salva.