Los gimnasios registran el mejor inicio de año desde el estallido de la pandemia

La entrada de año es el momento perfecto para que muchas personas se planteen cambiar de hábitos. Dejar de fumar, beber menos, alejarse de las redes sociales y practicar deporte son cuatro de los propósitos más habituales, pero lo más importante, y lo que cuesta más, es que no queden en papel mojado, sino que se conviertan en una realidad. En el caso del ejercicio físico, los gimnasios están constatando que los tarraconenses, de momento, tienen muchas ganas de cumplir los objetivos que se marcaron el 1 de enero.

«Esta es la subida más fuerte de socios que hemos tenido desde la llegada de la covid», señala al gerente de Sport Gym Tarragona, Antoni Julbe. Desde Royal Tarraco, apuntan todavía más allá. «Estamos por encima del número de usuarios que teníamos antes de la pandemia», afirma su director deportivo, Marco Tanco.

Las nuevas inscripciones representan entre un 5 y un 10% del total de practicantes que tienen los centros deportivos y, según Tanco, se espera que la serie de altas se alargue hasta a principios de febrero. «La entrada del año y después de Santa Tecla son las dos épocas en que ponemos toda la carne en el asador con nuestras campañas de captación, porque, con las vacaciones, la gente se olvida un poco», reconoce al director deportivo de Royal Tarraco.

Una vez completada la inscripción, los gimnasios todavía tienen mucho trabajo en frente: tendrán que fidelizar a los clientes. El propietario de Fitness Beach, Daniel Hortet, señala que muchas personas se dan de alta pensante que en tres meses se verán musculosas, «y eso no funciona así». «No ganarás nueve o diez kilogramos de masa muscular en un trimestre, es imposible», comenta.

La falta de resultados visibles a corto plazo y el aburrimiento son dos de las principales causas que provocan que los ciudadanos abandonen los gimnasios superados los primeros meses del año. Es por eso que Julbe menciona que se tienen que dedicar esfuerzos a conseguir que un cliente «volátil» quiera quedarse, un desafío que se puede conseguir derivándolo hacia las clases dirigidas o con la presencia de un monitor que lo ayude a dar los primeros pasos en el mundo del fitness . Con todo, asegura que las personas que deciden ir por libre son las que les generan un mayor reto, ya que son reticentes a contratar los servicios del entrenador personal y corren el riesgo de caer en la monotonía. «La gente piensa que l'entrador es gratis, pero no lo es, y después no quiere pagar», lamenta. En este escenario, la directiva de Royal Tarraco se ha fijado un periodo de cuatro meses desde la inscripción con el objetivo de crear hábitos a los nuevos usuarios, como ir al gimnasio dos o tres veces por semana, y, de esta manera, fidelizarlos, a fin de que no se den de baja y sigan practicando deporte durante el resto del año.

Los efectos de las redes

Los nuevos usuarios de los gimnasios representan prácticamente todo el espectro poblacional: se pueden encontrar desde adolescentes hasta jubilados. Con todo, hay un perfil que cada vez es más presente y que destaca por encima del resto: los jóvenes de 16 a 25 años. La entrada de este grupo comporta nuevos desafíos para los centros, que tienen que trabajar para corregir los prejuicios existentes. «El problema de la juventud es que se piensa que todo lo que sale a las redes sociales va a misa», comenta Hortet. El propietario de Fitness Beach expresa que los jóvenes son los usuarios más propensos a «ir rodando». «Vienen dos o tres meses a un gimnasio y, si ven que no han conseguido lo que quieren, van a otro lugarpensandoque allí se pondrán fuertes», declara.

Tanco reconoce que en Internet hay mucha información, pero matiza que, igual que se encuentran malos consejos, también se puede acceder a rutinas de entrenamiento elaboradas por profesionales. «Que haya competencia, sea a las redes sociales o de manera presencial, es una forma de hacer que estemos al acecho y que nos renovemos para no quedarnos obsoletos», comenta.

Por otra parte, los efectos de la pandemia todavía no han desaparecido del todo de los gimnasios. Julbe reconoce que, desde que reabrieron puertas, está costando llenar las clases dirigidas de la noche. «La gente se acostumbra a marchar mucho más bien a casa. Nos hemos vuelto|devuelto a más europeos», concluye.