Diari Més
Samantha Vall Buch

Autora del libro 'Pedalar amb tu' (Pagès editors)

Libros

«Una simple bicicleta puede ser un gran legado»

La periodista presentará su primera novela este jueves, 16 de febrero, en la librería Adserà de Tarragona

Samantha Vall fue presentadora de programas como 'Quèquicom' de TV3.

«Una simple bicicleta puede ser un gran legado»Ana Herrera

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—Es periodista y durante veinte años ha estado trabajando en TV3, sobre todo en programas de divulgación científica. ¿Cómo ha sido que diera el salto a la literatura?

—Hacía mucho tiempo que quería escribir una novela, desde antes de empezar Periodismo, ya en el instituto. De hecho, estudié Periodismo porque quería escribir, y era lo que más se parecía a hacerlo y ganarse la vida. Hay otro motivo, y es que siempre he tenido ganas de hacer una prosa más poética. Trabajando como periodista, y especialmente en el campo del periodismo científico, tienes que ser muy exacto, no se tiene que leer entre líneas. Hacía tiempo que tenía ganas de escribir diferente, de la manera que me gusta más, que es este otro.

—¿Y cómo ha vivido esta liberación de la coraza periodística?

—Me pensaba que escribir un libro sería más fácil. Hice una primera versión, y me di cuenta de que no era publicable. Después de dejarla descansar, vi que le faltaba alguna cosa, y después de hacer un pequeño curso de escritura, hice un cambio de narradora. Inicialmente, quien explicaba la historia era la bicicleta. Ahora, es la muerte. Y ha resultado ser un personaje que me ha dado mucha libertad literaria. Puedo jugar más con la manera de contar las cosas, ir adelante y hacia atrás... en definitiva, es mucho más divertido.

—La novela se explica a través de la vida de una bicicleta, que va pasando de mano en mano, y en dos franjas temporales, el actual y la Guerra civil y la posguerra. ¿Cómo le acude la historia y la estructura?

—Tenía muy claro que quería escribir una novela con muchas tramas diferentes y con muchas historias pequeñas. También quería hablar de la Guerra civil y la posguerra, y hacerlo de manera que en cada etapa hubiera un personaje identificativo de la época. Pero es un libro de ficción. Excepto en un caso: el de la Gill, una enfermera australiana que llega aquí el año 37 y pide ir al frente. Al cabo de un año, se marcha porque no puede soportar las malas condiciones de trabajo. Lo que le pasa es ficción, pero el recorrido que hace es real.

—Ha explicado que uno de los primeros consejos que le dieron fue, precisamente, que no escribieras sobre la Guerra civil.

—Sí, me dijeron que, para una primera novela, lo mejor era trabajar con una sola línea de acción, con pocos personajes, y sin referencias a la Guerra civil. Y he hecho todo el contrario. Me imagino que el consejo es porque, cuando empiezas a escribir, es mejor hacer una cosa sencilla. Pero yo tampoco partía de cero, porque hace veinte años que hago de periodista. Es verdad que de la Guerra civil se ha escrito mucho, y muy bien, por eso escogí a una narradora tan especial, la muerte. De esta manera, ofrezco otro punto de vista. De todos modos, mi novela tampoco es un libro sobre la guerra.

—Junto con esta narradora, la otra gran protagonista es la bicicleta.

—La idea me viene de cuando mi hijo era pequeño, y le compré una bicicleta de segunda mano. Un día vio que su amigo tenía una nueva, y se quedó un poco triste. A mí, se me ocurrió explicarle que su bicicleta había tenido otras vidas, y que quizás lo había tenido un niño que había ido por la montaña y ahora aquella bicicleta se sabría todos los caminos. Quedó contento con la explicación y yo pensé en que la bicicleta es un objeto que todos hemos tenido, que dura muchos años y que acostumbra a pasar de mano en mano. También tuve muy claro que tenía que ser de la marca Rabasa, porque tienen el taller en Martorelles, donde durante la guerra fabricaron piezas para los aviones.

—Vemos también un homenaje a las personas mayores y al legado que dejamos cuando nos morimos.

—Sí, la intención era explicar que, cuándo las personas mayores mueren, siempre nos deja alguna cosa. Y que no hace falta que sea nada muy valioso, sino que puede ser una simple bicicleta. Y que, simplemente mirando aquel objeto que te regaló el abuelo, lo recuerdes.

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