El Joan XXIII de Tarragona atiende a pacientes con crisis epilépticas en una consulta monográfica
Esta cuenta con dos especialistas en neurología y una especialista en neurofisiología
Este martes, 14 de febrero, es el Día Mundial de la Epilepsia. El Hospital Universitario Joan XXIII de Tarragona cuenta con una consulta monográfica con dos especialistas en neurología y una especialista en neurofisiología que atienden pacientes con epilepsia y, además, trabajan de forma coordinada con la UCI y Urgencias.
Según el especialista del Servicio de Neurología del centro tarraconense, Lídia Lara, la principal diferencia entre una convulsión y la epilepsia es que «la primera es un episodio con una alteración breve y temporal de la actividad eléctrica cerebral, mientras que la epilepsia es una enfermedad que se caracteriza por presentar una predisposición duradera para presentar crisis comiciales recurrentes (convulsiones) y que frecuentemente se asocia a consecuencias cognitivas, psicológicas, neurobiológicas y sociales».
Aproximadamente entre el 5% y el 10% de la población experimentará una crisis a lo largo de su vida, y hasta un 20% tendrá crisis repetidas. La incidencia es más alta en personas mayores y en niños.
En caso de encontrarse con una persona sufre un ataque epiléptico, la neuróloga Ángela Monterde recomienda «intentar que la persona no se lesione con objetos peligrosos de los alrededores y hay que colocarle alguna cosa blanda en la cabeza. Si es posible —afirma la doctora— se tiene que aflojar la ropa del cuello, (corbatas, camisa, etc.), retirar las gafas y colocar al paciente de lado (posición lateral de seguridad), con la cabeza más baja que el resto del cuerpo para facilitarle la respiración y para evitar que se produzca la aspiración respiratoria de un posible vómito».
En ningún caso se tiene que tratar de inmovilizar a la persona por la fuerza durante la crisis, no se le tiene que abrir la boca ni introducir ningún objeto. Tampoco es necesaria la respiración boca a boca. No se tienen que administrar medicamentos por boca durante la crisis, a menos que esta se prolongue o por indicación de un profesional médico, en situaciones concretas. Finalmente, no se tiene que ofrecer agua ni alimentos hasta que sea seguro de que el paciente se encuentra completamente despierto y alerta.