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Seguridad

Alertan del peligro que supone para los ciegos las calles de Tarragona de plataforma única

Desde la ONCE piden más sensibilización por parte de aquellos que realizan los proyectos urbanísticos

Juan Manuel Espinosa caminant pel carrer Pont d'Icart, que és de plataforma única.

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La transformación de la calle de Orosi ya está en marcha. Con la intención de pacificar esta arteria de la ciudad que conecta con la estación de trenes, el suelo pasará a ser de plataforma única, es decir, acera y calzada estarán al mismo nivel. Es una medida que pretende dar protagonismo a los peatones y facilitar la accesibilidad a las personas con movilidad reducida. Pero hay un problema. Y es que este tipo de calles suponen un peligro para la comunidad de ciegos, ya que, en la mayoría de los casos, no hay ninguna señalización que les permita identificar la frontera entre la zona de los vehículos y la acera.

«Cuando hay una acera convencional, haces el arco con el bastón y cuando notas que cae sabes que tienes que estar alerta», explica Josep Vilaseca, presidente de la ONCE en Tarragona. En cambio, en la plataforma única «no hay ninguna referencia y puedes aparecer en medio de la calzada». Laura Blanco, técnica de rehabilitación de la ONCE remarca que, según la normativa, en estas tiene que haber un pavimento diferenciador, con texturas diferentes. En algunas calles de plataforma única, como es el caso de Pons d'Icart o algún tramo de Colom, no existe delimitación entre acera y calzada.

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«Pongo mi vida en las patas de mi perro guía»

«Las plataformas únicas nacieron porque en las calles estrechas, sobre todo de zonas antiguas, no se podía mantener el 1,80 de anchura de acera que es obligatorio», indica Blanco. Ahora, sin embargo, cree que se ha convertido en una «moda» entre los ayuntamientos, que «las ponen sin recordar cuál era el objetivo inicial». Y es que, en ciertas calles donde se ha implementado esta medida, se han colocado pilones para evitar que los coches invadan la acera. Eso reduce la movilidad de los peatones, sobre todo de aquellas personas ciegas con perro guía, porque se quedan sin espacio para caminar. La calle Governador González es un gran ejemplo.

«Un día iba con mi sobrino por allí y teníamos que caminar por la calzada porque no cabíamos en la acera. De repente, me dijo que me apartara, aunque no había oído a ningún vehículo viniendo. Se trataba de un coche eléctrico», explica Juan Manuel Espinosa, un usuario ciego de la ONCE de Tarragona. «Están llenando las calles de pilones, convirtiéndolas en un bosque de obstáculos, como el que hay en la plaza del Ball de Diables», denuncia Blanco.

Otro problema es que estas se colocan en medio de las entradas y salidas de algunos pasos de peatones. Hay que tener en cuenta que atravesar la calzada en las plataformas únicas no es tarea fácil para las personas ciegas: «Antes era más sencillo, ya que había una bajada en la acera que indicaba que estabas delante de un paso cebra».

Obligados a cambiar el recorrido

Dada la situación de riesgo físico que eso supone para los usuarios, la técnica insiste en la necesidad en implementar «pavimiento podotáctil». «Nos facilita la vida a todos, que es fundamental», asegura Vilaseca. En este sentido, piden más sensibilización por parte de aquellos ingenieros que se encargan de hacer los proyectos urbanísticos.

De momento, nadie ha contactado con la ONCE para pedir asesoramiento para la pacificación de Orosi, como sí que ha pasado en otros casos. Blanco indica que los carriles bici, cuando estos no están bien indicados, también suponen un problema, así como los bloques de hormigón colocados en la Rambla Nova, que han provocado algún accidente. «Consciente de que tendrás algún problema, evitas ciertas calles que son un peligro para nosotros», explica Juan Manuel Espinosa, que, a veces, se ve obligado a cambiar su recorrido. «Prefiero dar la vuelta, aunque tenga que caminar más de lo necesario», dice.

Por otra parte, Espinosa también ha sufrido algún problema para acceder a ciertos espacios públicos, como el Complex Esportiu de Campclar: «Mi pareja me trajo para que aprendiera a ir solo, pero es imposible». Y es que una vez entras en la zona de la Anella, no hay ninguna acera ni señalización para que las personas ciegas puedan llegar a la puerta del equipamiento deportivo. «El acceso al transporte y las instalaciones municipales tiene que estar garantizado», afirma Blanco.

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