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SALUD MENTAL

La Muralla de Tarragona solicita un segundo local para atender el incremento de usuarios

La asociación cuenta con un club social en la calle Sant Miquel, donde atienden a más de 170 personas con problemas de salud mental actualmente

El local del Club Social La Muralla està ubicat al carrer Sant Miquel de la Part Baixa.

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«Damos servicio a más de 170 personas con problemas de salud mental, que está muy por encima de la capacidad del club social», explica Ángel Urbina, presidente de la AssociacióLa Muralla. Desde hace un tiempo, la entidad tarraconense tiene que hacer malabares para poder dar respuesta al incremento de usuarios que ha vivido en los últimos años. En este sentido, Urbina indica que el local del club, ubicado en la calle Sant Miquel, «se está quedando pequeño» y, por eso, han solicitado al Ayuntamiento la cesión de un nuevo espacio.

El consistorio puso en marcha, el pasado marzo, la nueva Ordenanza reguladora de la cesión temporal de uso de locales de titularidad municipal a entidades sin ánimo de lucro y abrió una primera convocatoria de tres locales vacíos. Aprovechando la situación, la AssociacióLa Muralla no dudó a presentar su solicitud. «Estamos abiertos a compartirlo con otras entidades», confiesa el presidente de La Muralla, quién añade que sería positivo para los usuarios del club social, ya que reforzaría el objetivo de integrar a las personas con problemas de salud mental en la sociedad. De hecho, lamenta que el problema podría nacer por parte de las otras entidades que «nos ven como bichos raros y, porel estigma, prefieren no relacionarse con nosotros».

El club no sólo se está quedando pequeño porel alta entrada de usuarios nuevos, la gran mayoría derivados de los servicios públicos, sino también porel problema estructural que se detectó en el local al principio de año y que obligaron a apuntalar el techo porel riesgo de hundimiento: «Hace pocos meses vinieron a hacer una revisión y nos han dicho que no es grave, pero la situación está bloqueada porque es un tema donde está implicada toda la comunidad de vecinos y entran en juego los seguros». Eso, hace que todavía haya menos espacio en el local, obligando a hacer gran parte de las actividades a fuera.

El papel de las instituciones

La asociación busca un nuevo espacio, pero tienen claro que no se quieren desprender del actual. «Hemos pedido otro local, no para cerrar este, sino para dar cabida a todo el mundo», explica la coordinadora de la entidad, Paula Ulloa, quiénes afirma que, desde hace unos años, han abierto un proceso para crear un nuevo club social. Eso hace todavía más necesaria la cesión de nuevas instalaciones. «Cuando una madre viene aquí con su hijo, no podemos decirle que no venga», afirma Rosa Garriga, secretaria de la junta directiva, a quien explica que si estas personas con enfermedades mentales se quedan en casa, «posiblemente volverán a estar mal y tendrán que volver a ser ingresadas».

Urbina indica que el hecho de que el Ayuntamiento cediera un local público a la entidad ayudaría a «reducir los gastos». Hay que mencionar que la asociación está pagando, de manera mensual, el alquiler de los bajos que están ocupando. El presidente de La Muralla ha aprovechado para pedir más implicación por parte de las instituciones. Un 80% de la financiación de la asociación proviene de ayudas públicas de la Generalitat, pero, según Urbina, «la cantidad de dinero que nos da es muy inferior a lo que nos cuesta cumplir con los requisitos que marca la administración para ser un club social». El presidente recuerda que la entidad está pagando cinco sueldos de profesionales.

«Hace 25 años estábamos mal económicamente y, aunque hemos mejorado, continuamos igual», expresa Garriga, quien asegura que «la salud mental siempre ha sido|estado detrás de todo con respecto a las subvenciones, ya es una enfermedad lo bastante grave como para agravarla todavía más». Por otra parte, Ulloa explica que, realmente, el problema con las ayudas es que «pagan muy tarde, el dinero de enero y febrero lo hemos recibido ahora».

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