«Hay que gestionar la salud mental en el mundo empresarial»

Chema González tiene 32 años. Se licenció en Medicina en la Universidad de Navarra, donde también realizó el MIR. Cursó la especialidad de Neurología en Barcelona, y acto seguido hizo una estancia en un laboratorio de Harvard aenBoston (EE.UU.), especializado en neuroimagen computacional. Al volver, empezó a trabajar con la Fundación Pasqual Maragall, con la que todavía colabora. En la actualidad, es responsable de la Unidad de Demencias del Hospital Joan XXII de Tarragona.

—Estás especializado en las enfermedades neurodegenerativas, y en especial el Alzhéimer. ¿De dónde viene tu interés?

—Uno de los grandes retos de la medicina de este siglo es encontrar tratamientos para este tipo de enfermedades. Hemos avanzado mucho en enfermedades infecciosas, así como con los tratamientos del cáncer o con las enfermedades cardiovasculares. Pero las enfermedades neurodegenerativas se nos resisten. Además, la población envejece, y estas afecciones están asociadas a la vejez. Después, el campo que me interesa más dentro de la neurología es la neurología de la cognición, y lo que le toca más de cerca es el estudio de la demencia, las enfermedades que afectan directamente a la cognición.

—¿Dónde radica la dificultad para tratar este tipo de enfermedades?

—Hay dos cosas. Primero, la complejidad del órgano de estudio. Estructuralmente, el cerebro es mucho más complejo que órganos como el hígado o el corazón. Probablemente, es la entidad de estudio más difícil que tiene el ser humano. Después, el cerebro presenta otro problema, y es que tiene la llamada barrera hematoencefálica, que lo protege de los tóxicos, pero que también impide la entrada de determinados fármacos. También es relevante el hecho de que el desarrollo de este tipo de enfermedades es multifactorial, interviene la genética, factores ambientales, estilos de vida, tóxicos, etc. Todo eso sumado, hace que encontrar tratamientos para las enfermedades neurodegenatives sea muy difícil.

—¿Estamos muy lejos de encontrarlos?

—Más cerca de lo que parece. En noviembre del año pasado se publicó en la revista New England, que es la mejor publicación médica que hay, la existencia de un fármaco que reduce la progresión del Alzhéimer en un 30%. Son resultados preliminares, pero parece que empezamos a ver la luz, porque es la primera vez en la historia que hay alguna cosa que frena el avance del Alzhéimer de forma más o menos robusta. No sé si este será el fármaco o lo será un primo hermano suyo, pero puede ser que en los próximos años, 5 o 10, haya alguna cosa estandarizada.

—¿Qué trabajo hacéis en la unidad que habéis puesto en marcha en Joan XXIII?

—Hasta hace poco, la asistencia a las demencias se hacía en Pere Mata. Ahora, hay un proyecto regional para devolver esta asistencia a cada hospital. En Tarragona hemos montado un equipo que ofrece este servicio y, además, estamos implantando técnicas avanzadas para mejorar, tanto en el ámbito asistencial como de diagnóstico, para ser una unidad referencial.

—Como si todo esto no fuera poco, eres un Tiktoker con más de medio millón de seguidores.

—Sí, me di cuenta de que hay un mensaje genérico sobre salud que es general, aunque después personalices en cada paciente. Así que pensé en explicarlo de manera abierta. He ido publicando contenido que tiene que ver con el cerebro, pero también sobre salud mental, porque pienso que somos una sociedad bastante enferma, en este sentido. Y, al fin y al cabo, toda la experiencia humana pasa por el cerebro, desde el hecho más cotidiano al más profundo.

—¿En qué se centrará la charla que harás esta noche?

—Por una parte, quería hablar de la importancia de la comunicación. Y después también sobre salud mental en el mundo empresarial, porque es un lugar donde se priorizan mucho la eficiencia y los resultados, y eso es muy peligroso. He tenido muchos pacientes con un alto rendimiento económico que no han sabido gestionar la salud mental de manera correcta. Es importante recordar a la gente que arranca proyectos que requieren mucho esfuerzo que no lo tiene que hacer a costa de ellos mismos. Muchos empresarios no lo ven venir: el nivel del agua va subiendo cada vez más y, sin darse cuenta, acaban ahogados.