Pintura
El arte particular se hace público
El filántropo barcelonés Joan-Artur Roura i Comas ha cedido la obra 'Crucifixió', de Joan Barceló II, en el Museo Diocesà de Tarragona
Este miércoles se presentó en sociedad de la obra pictórica Crucifixió, de Joan Barceló II (Maestro de Castelsardo) en el Espacio Muralla del Seminario de Tarragona. La pintura, que pasará a formar parte del fondo del Museo Diocesà, llega a la ciudad gracias a la cesión que ha hecho el filántropo y coleccionista barcelonés Joan-Artur Roura i Comas, el cual también asistió al acto de presentación de la pieza.
Allí, Roura i Comas explicó que había adquirido la obra ahora hace unos quince años en una subasta, y que había decidido cederla al Museo Diocesà empujado por su afán de poner la pintura al alcance del público. «Es importante que las obras de arte no se queden cerradas en espacios particulares», explicaba el filántropo, a la vez que admitía que «por mucho que la puedas disfrutar, y aunque sientas una cierta tristeza cuando te desprendes de una obra que has escogido con esfuerzo, voluntad y sacrificio, lo más satisfactorio para un coleccionista es poder acercarla al ciudadano».
La pieza que ha pasado a formar parte del fondo del Museo Diocesà es una mesa que habría formado parte de un retablo de mayores dimensiones. Está fechada entre 1500 y 1508 y se atribuye al conocido Maestro de Castelsardo, identificado con Joan Barceló II. Se trata de un pintor del cual no se sabe a ciencia cierta la ciudad de nacimiento, aunque podría ser Tortosa o algún lugar del Camp de Tarragona. Roura i Comas lo ha cedido a la ciudad porque, en su tarea filantrópica, tiene la voluntad de acercar las obras cedidas a las ciudades que tienen vínculos con sus autores.
La pintura muestra un Calvario centrado en la figura de Cristo crucificado, ya expirado, y con Maria Magdalena a sus pies. Al lado, la Virgen velada con el manto azul que es medio sostenida por San Juan, que aparece de perfil y con el pelo rizado rubio. Junto con estas tres figuras y Cristo, propias de las escenas de Crucifixión, aparecen otros personajes que otorgan un efecto de punto de fuga a la vista del espectador. «Este efecto perspectivo es propio de cuando la pieza es pintada, a finales del siglo XV», explicaba Mia Alsina Alsina en la presentación de la obra.
La historiadora del Arte se encargó de describir la pintura, subrayando aspectos como el hecho de que entre todo el séquito de personas que complementan el cuadro, los que representan personajes sagrados van vestidos a la manera clásica, mientras que el resto se presentan preparados siguiendo la moda contemporánea de finales del XV. «Este es un elemento más que nos permite ubicar la pieza, porque los sombreros, túnicas, capas o incluso los arneses del caballo son propios de un momento específico en la historia de la indumentaria».
Precisamente la datación de la obra confiere a la pieza un valor todavía más relevante, ya que, al pasar a formar parte de la pinacoteca gótica del Museo Diocesà, permitirá completar el relato cronológico siguiendo la evolución de la pintura gótica catalana. A estas alturas esta sala está en fase de remodelación, pero se prevé abrirla a finales del mes de julio. Es entonces cuando el público visitante pueda contemplar por primera vez la obra.
Antes de dar por cerrada la presentación, el filántropo Joan-Artur Roura i Comas tiró un mensaje a otras familias que tienen pinacotecas particulares, exhortándolos a «ofrecer en los museos obras que a menudo quedan recluidas en espacios cerrados o que salen en venta y van a parar a fuera del país».