Director del Centre Penitenciari Obert de Tarragona
Sociedad
«Disponer de un entorno normalizado es clave para reincorporarse a la comunidad»
Carlos E. López Grippa ilustra con datos la importancia del régimen abierto, que favorece la reinserción y ayuda a evitar la reincidencia
La Generalitat de Catalunya inauguró el Centre Penitenciari Obert de Tarragona a principios del pasado mes de febrero. Las instalaciones, con una capacidad máxima para 141 internos, están destinadas a reclusos con el tercer grado, el régimen de semilibertad que les permite salir a la calle de día y volver por la noche a dormir, con la finalidad de integrarse en la comunidad. «Estas personas han tenido una evolución positiva en la prisión cerrada y tienen un pronóstico de reinserción favorable», resume el director del centro, Carlos E. López Grippa.
— ¿Cómo es la dinámica del Centre Obert en su día a día?
— Es la misma que en un centro residencial, donde las personas internas tienen libertad de salida al exterior en los horarios asignados. La convivencia se ordena a partir de un horario general, que determina, por ejemplo, la hora de las diferentes comidas o los controles de presencia en el centro.
— ¿El centro ya está lleno?
— Es importante distinguir la capacidad física del centro del número de personas asignadas. El tercer grado admite diferentes modalidades de régimen abierto y, a grandes rasgos, podemos distinguir entre los regímenes de pernoctación, que ocupan una plaza física, una cama, de aquellos otros que no implican la pernocta. El Centre Obert dispone de 68 habitaciones dobles y 5 adaptadas, con una capacidad física para 141 personas. Actualmente, se ocupan la mitad de estas plazas y, aparte, tenemos cerca de 80 internos que no ocupan plaza física, en diferentes modalidades. Por ejemplo, a los conocidos como pisos de penados, ingresados en centros de deshabituación o que son objeto de seguimiento en su entorno de convivencia. Sin embargo, ahora hay asignadas un número de personas que oscila en torno a las 150. La aplicación de una modalidad u otra depende de diferentes factores, pero, en general, responde a las necesidades detectadas y a las posibilidades de control y supervisión.
— ¿Qué ventajas o inconvenientes tiene la ubicación donde se encuentran las instalaciones, en el barrio del Parc Francolí?
— Las personas internas entran y salen del centro cada día para atender sus responsabilidades. La rutina es parecida a la de mucha gente que se tiene que desplazar a primera hora para ir a trabajar o a buscar trabajo, a hacer alguna gestión ante alguna institución pública, al hospital para recibir algún cuidado o a atender a su familia. Por todo eso, los centros abiertos son centros urbanos, ya que se facilita el acceso al transporte público, a las infraestructuras viarias y a los servicios comunitarios. También son proyectos que entroncan, sobre todo, con la asistencia social y la seguridad pública.
— ¿Qué diferencias hay entre un centro abierto que se haya construido con esta finalidad y una prisión adaptada a centro abierto? Hasta hace poco, era lo que pasaba con las instalaciones de la prisión de la avenida de la República d'Argentina, también en Tarragona.
— Formamos parte de un proyecto relativamente reciente y que, últimamente, se ha potenciado con la inauguración de estas nuevas instalaciones. En 1953 seguro que nadie planteó la construcción de la antigua prisión pensando que acogería el Centre Obert. Es más, en 2015 la antigua prisión dejó de funcionar como centro cerrado porque no eran instalaciones adecuadas para la actividad penitenciaria actual. Si la antigua prisión ni siquiera respondía a los requerimientos de un centro penitenciario ordinario, mucho menos podía responder a las necesidades de un centro abierto.
— ¿Qué espacios de una prisión ordinaria no hacen falta en un centro abierto?
— Para empezar, espacios como los locutorios de comunicaciones, los talleres productivos o el área formativa y educativa, porque los usuarios utilizan los recursos del exterior, como cualquier otro ciudadano. Por lo tanto, en el anterior centro teníamos muchos espacios clausurados, pero que teníamos que mantener en correctas condiciones igualmente. Era necesario disponer de unas nuevas instalaciones. Y esta cuestión liga con la importancia del diseño ambiental de nuestra intervención. Si el perfil de nuestros usuarios es el de personas que intentan reincorporarse a la comunidad de la mejor manera posible, disponer de un entorno normalizado es una cuestión relevante. Un entorno amable es un factor que ayuda a la convivencia y a la normalización de las conductas.
— ¿Qué problemas han encontrado en estos primeros meses?
— Las nuevas instalaciones incorporan sistemas técnicos y tecnológicos de última generación que afectan a toda la actividad del centro. Esta ventaja ha sido también un inconveniente los primeros meses, ya que el cambio llevado a cabo también ha sido un cambio en la cultura de trabajo y en el modelo de convivencia de las personas internas. Nuestros profesionales, la mayoría de los cuales tienen una larga experiencia penitenciaria, han hecho un gran esfuerzo en el conocimiento y en la adaptación a los nuevos procedimientos.
— ¿Cómo evolucionará el régimen abierto en el futuro?
— Uno de los proyectos estratégicos de la Secretaría de Ejecución Penal del Departament de Justícia es la de potenciar el medio abierto, ya que se ha demostrado que favorece la reinserción y evita la reincidencia. Los estudios hechos desde el Centro de Estudios Jurídicos y Formación estiman que la tasa de reincidencia entre las personas que han pasado por el medio abierto es 11 puntos más baja que la media global. Concretamente, los excarcelados en tercer grado presentan una tasa del 10,1%, mientras que la general es del 21,1%.