La dependencia del móvil, uno de los grandes retos del centros educativos de Tarragona

Con el inicio de un nuevo curso escolar, los centros educativos afrontan un año más la problemática del uso del teléfono móvil en sus equipamientos. Cada uno aplica una normativa diferente, más o menos restrictiva, pero todos tienen el objetivo de normalizar el teléfono móvil como una herramienta pedagógica, mientras luchan contra la dependencia que los aparatos han generado entre el alumnado.

Desde el instituto Martí Franquès, que acoge cursos de la ESO hasta Bachillerato, hace seis años que aplican una normativa que regula el uso del móvil por espacios: aulas, patio, exámenes y salidas académicas. Así lo explica el director del centro, Jordi Satorra, remarcando que este año han hecho un cambio: cuando un alumno se salta las normas, no avisan a casa para amonestarlo, ya que consideran que «ya son lo suficiente mayorespara saber que han hecho una cosa mal». También explica que la normativa fue reforzada desde abril, y que la mantendrán hasta Navidad para analizar como funciona y si se tiene que hacer ningún cambio.

Su reglamento permite el uso del móvil en las aulas, con permiso del profesorado, porque entienden que es «un recurso pedagógico», y también se puede utilizar durante los patios y en los cambios de clase. Satorra explica que, hasta ahora ,no han tenido casos de abuso del teléfono móvil, en parte porque, durante los recreos, hacen la actividad Patios Activos para reforzar la movilidad de los estudiantes con ejercicios, concursos, etc. Otra iniciativa que lleva a cabo es que cada año informan a los alumnos de 1.º de ESO el segundo día de curso para dejar la normativa clara.

Un caso diferente es el de la escuela Joan XIII, que acoge desde un jardín de infancia hasta el bachillerato y cursos de formación profesional. Su subdirector, José Luis Espallargas, explica que los alumnos de educación obligatoria pueden utilizar el móvil en las aulas cuando se hace alguna actividad pedagógica, pero eso es todo. Por norma general no lo dejan llevaral centro y, si se da el caso de que un alumno lo hace, lo tiene que tener apagado y depositarlo en unos bolsillos de tela que hay en las aulas durante todo el horario lectivo, patios incluidos. Por otra parte, los alumnos de educación postobligatoria tienen las mismas normas, pero no se les pide que lo guarden en los bolsillos de tela. El subdirector explica que, en un principio, prohibieron llevar el móvil al centro, pero como a los alumnos lo llevaban igual y, en consecuencia, se producían muchas expulsiones, decidieron modificar la normativa.

Espallargas remarca que es una situación «complicada» a causa de la dependencia en el móvil que tienen la mayoría de los alumnos. Comenta que son conscientes de que los aparatos serán una herramienta que acompañará a los jóvenes en el mundo laboral y, por eso, no les quieren «demonizar», pero sí intentar integrarlos en los centros.

Más responsabilidad familiar

A pesar de las diferentes normas de uno y otro, en ambos centros coinciden sobre el papel en que tienen las familias en esta situación. El director de Martí Franquès denuncia la «visión hipócrita» de focalizar toda la responsabilidad del uso del móvil hacia los centros cuando hay alumnos que se quedan hasta altas horas de la noche utilizando los aparatos. Pide «corresponsabilidad» a las familias. Desde el Joan XIII explican no todas las familias dan apoyoa su normativa. Por ejemplo, hace unos años sacaban los teléfonos móviles, y las familias insistieron en el hecho de que se dejara de hacer, hasta que consiguieron cambiar la normativa. También pidieron dejar los teléfonos inteligentes en las aulas, con el pretexto que algunos de los alumnos los necesitan una vez finalizado el horario lectivo.