Vivienda
Muchos estudiantes empiezan el curso universitario en Tarragona sin haber encontrado piso
Algunos han acabado optando por utilizar el transporte público o vivir temporalmente en casa de conocidos para poder ir a clase
La falta de pisos en Tarragona sigue afectando a los estudiantes a pesar de haber empezado el curso universitario, hasta el punto de que algunos han tenido que recurrir al transporte público o vivir temporalmente en pisos de conocidos para poder ir a clase. Es el caso de una estudiante de tercero de Ingeniería en el campus Sescelades de la URV. Explica que es de Lleida y el curso pasado vivió en un piso, que tuvo que dejar. Inició la búsqueda de una nueva vivienda en mayo a través de plataformas como la página De Pis En Pis e Idealista, y siguió durante todo el verano, sin éxito. La principal dificultad con la que se enfrentó fue el precio: «Te puedes encontrar un piso que esté bien, pero con un precio inflado. Y aunque encuentres alguna cosa asequible, no es suficiente para la demanda que hay».
Declara que «si no fuera de Cataluña sí que hubiera cogido alguno de los pisos que encontré». Finalmente, sin embargo, llegó a la conclusión que le salía más a cuenta ir de su pueblo a la universidad en transporte público, ya que tarda lo mismo que yendo a pie del centro de Tarragona al campus Sescelades. Por otra parte, comenta que «me sale más rentable pagar los bonos de tren que un piso». Sin embargo, seguirá buscando de cara al segundo cuatrimestre, y afirma que, «por ahora, quiero hacer una pausa para centrarme en los estudios».
La opción de ir en transporte público a las clases no es viable para todo el mundo. Este ha sido el caso de Stefana Carausu, del Perelló, en el Baix Ebre. Esta estudiante de tercero de Filología Inglesa en el Campus Catalunya empezó a buscar piso entre finales de agosto y principios de septiembre, con un presupuesto de 300 euros con gastos incluidos. Uno de los motivos por los cuales no encontraba ninguna vivienda que le acabara de convencer era la ubicación: «Los pisos más asequibles estaban ubicados en el Serrallo». También se enfrentó a precios inflados y propietarios que pedían dos meses de fianza. A esto, se le tenían que sumar los honorarios de la inmobiliaria: «Todo llegaba a más de 800 euros de entrada». Es por eso que Stefana no contó con inmobiliarias en su búsqueda de piso, y utilizó las mismas vías que el anterior testimonio.
El inicio de curso llegó, y todavía no tenía piso. La primera semana de clases vivió con una amiga, y justo hace dos días finalmente encontró un buen piso, asequible y cerca de la plaza Imperial Tàrraco: «Ahora mismo estoy pagando 190 euros de alquiler, y aunque es dos meses de fianza, en total de entrada sólo he pagado 530 euros». Explica que si no hubiera encontrado nada, una opción era ir en tren a Tarragona, aunque «hay horarios limitados y me habría sido difícil ir a clase a las 8 de la mañana».
Los estudiantes de grado no han sido los únicos afectados por la falta de pisos. Así lo demuestra Patrícia Ruiz, de 23 años, quien después de estudiar Lenguas Aplicadas en Barcelona, ahora cursará el máster para ser profesora en el Campus Sescelades. Explica que su caso es peculiar, ya que el curso es semipresencial y sólo tiene que ir a clase físicamente tres días a la semana. «Una vez supe que había entrado en el máster, el 21 de septiembre, empecé a buscar un piso. Mi presupuesto es de 250 euros máximo, ya que también me tengo que seguir pagando el piso que tengo en Alicante, mi residencia actual». El 19 de octubre inicia el máster, pero todavía no ha tenido suerte con la búsqueda. «El curso ya ha empezado y la oferta de habitaciones es casi inexistente. Además, los pisos más baratos están olvidados y algunos no están por la zona universitaria, sino por las afueras, como Vila-seca», declara.
A estas complicaciones se le suma el hecho de que sólo necesita el piso de octubre a abril: «Las inmobiliarias con las que he hablado me proponen un contrato de octubre a junio. No les gusta que se tenga que marchar en abril». Igual que Stefana, tampoco le hace gracia pagar de entrada dos meses de fianza y los honorarios, remarcando que «si no tuviera el apoyo de mis padres, sería inasequible». Ante esta situación, explica que le queda la opción de ir con el coche de su madre de su pueblo de Lleida hasta casa de su abuela, en Vila-seca, pero declara que el gasto en gasolina también sería importante: «Lo hemos calculado en casa y llega a 350 euros al mes». Ir en transporte público no es una opción debido a la duración del trayecto. Sin embargo, no seguirá buscando piso.
¿Qué opinan las inmobiliarias?
Algunas inmobiliarias son testigo año tras año de esta búsqueda desesperada de piso. Es el caso de Inmobiliaria Universitaria, donde explican que «uno de los principales problemas de la falta de oferta es que hay muchos estudiantes que este año no han dejado los pisos que ocuparon el curso pasado». De las más de 10 viviendas que les quedaron vacías, la mayoría se ocuparon entre junio y julio.
Por otra parte, Daniel Sánchez, agente de Finques Gaià, declara que los estudiantes acostumbran a buscar piso a partir de mayo, y que cuando llega julio, ya no queda casi nada. «El curso pasado se vaciaron 25 pisos, pero se fueron ocupando. Algunos estudiantes dejan los pisos porque no les sale rentable pagarlos durante el verano», afirma. Cree que uno de los motivos de la falta de oferta es que «hay muy poca construcción nueva, y eso ha paralizado el mercado inmobiliario», añade.
Reconoce que se ha encontrado con pisos que no valen su precio, aunque estos no se suelen alquilar porque «la gente no paga tanto por un precio incorrecto». Sin embargo, remarca que los propietarios no acostumbran a bajar los precios porque para ellos todo se ha encarecido. «Los precios tienen que ser reales y ajustarse a la situación económica», declara Sánchez.