Movilidad
«A menudo tengo que cambiar de calle para buscar un itinerario accesible en Tarragona»
Diferentes usuarios con discapacidades físicas explican que todavía se encuentran con barreras arquitectónicas por toda la ciudad
Calles demasiado estrechas, comercios y equipamientos municipales inaccesibles y falta de señalización. Estas son algunas de las barreras arquitectónicas de la ciudad con las que diferentes usuarios con una discapacidad física se encuentran en su día a día.
Estefania Grangé, quien se desplaza en silla de ruedas eléctrica, explica que los problemas de accesibilidad empiezan en el entorno urbano: «A menudo tengo que cambiar de calle para buscar un itinerario accesible». Algunas de las dificultades con las que se encuentra son que «el suelo de la plaza de la Font y las aceras en la avenida de Ramón y Cajal son demasiado irregulares, parece que te desplaces sobre un terremoto». También explica que las raíces de los árboles en la entrada de la Tabacalera han creado desniveles en las aceras, que también afectan a su movilidad.
Otra usuaria en la misma situación es Rosa Guareño. Remarca que «las calles de la rambla Nova y Vella son demasiado estrechas», por culpa de la ubicación de las farolas y las terrazas. Un usuario ciego anónimo que se desplaza con perro guía, afirma que eso se complica cuando se encuentra voluminosos cerca de los contenedores. Además, afirma que «algunos pasos de peatones no están debidamente señalizados con texturas en el suelo».
Guareño también se ha encontrado con problemas a la hora de acceder a establecimientos de hostelería o comercios: «Es irónico porque hay que tienen lavabos adaptados, pero no es posible entrar al local». Denuncia que algunos no instalan una rampa fija, y esperan que el usuario con discapacidad física la pida. Si no la ves, no parece que pueda entrar en aquel establecimiento. Al final es este el que tiene la voluntad de ser accesible o no» observa. Por otra parte, explica que equipamientos municipales, como la Biblioteca Pública, son inaccesibles: «Se puede entrar a través de un pequeño acceso a la calle del Gasòmetre, pero tienes que llamar a un timbre para que los bibliotecarios te abran, y, a veces, no lo oyen».
Grangé habla del transporte público interurbano: «Tienes que avisar con un día de antelación que cogerás un autobús, para que se puedan preparar. Conozco casos de gente que no lo sabía, y han esperado horas en la estación hasta que llegara un vehículo adaptado». También explica que cuando se dirige a la estación desde casa, en la avenida Roma, no puede entrar por el aparcamiento de autobuses porque la acera es demasiado estrecha y tiene un desnivel. A pesar de esto, las dos explican que hay zonas en la ciudad que son accesibles, como el Parque del Francolí o la Part Alta, donde hay ciertas zonas con las aceras a nivel cero.
Hacer llegar las demandas
Ambas ciudadanas han intentado hacer llegar sus quejas al gobierno municipal. «Mientras somos jóvenes, no somos conscientes de las dificultades que tendremos el día de mañana cuando nos hacemos mayores. Es complicado acabar con estas barreras si nadie se queja», declara Estefania Grangé. Ella se puso en contacto con el Servicio Municipal para la Discapacidad, desde donde le recomendaron utilizar la aplicación Epp! Tarragona, pero no le sirvió.
Con respecto a Rosa Guareño, ella forma parte desde hace diez años de la entidad Tarragona sin Barreras. Explica que durante la construcción del Teatro Tarragona, mantuvieron reuniones con los arquitectos para crear una zona accesible para los espectadores en silla de ruedas. Finalmente, situaron sus asientos en la parte alta del equipamiento: «Tenemos la dificultad que en caso de incendio no podemos bajar en ascensor. No se ha pensado en cómo evacuarnos», denuncia.
Un problema que viene de lejos
Rubén Domínguez, responsable del área de Accesibilidad de la Fundación ECOM, que defiende los derechos de las personas con discapacidad física u orgánica, explica que «casi todo el espacio público urbano fue construido antes de 1982, cuando apareció la primera ley que hablaba del término accesibilidad universal». Cree que una de las soluciones para actualizar las ciudades es «que todos los ayuntamientos tengan y apliquen un Plan de Actuación de Mejora de Accesibilidad».
Concretamente en Tarragona, desde la fundación COAATT, en colaboración con el Ayuntamiento, se llevó a cabo un plan de este tipo en el 2018. En este, se explicaba la forma en la que se tenía que tener el entorno urbano para que fuera accesible, como las medidas de las aceras. Josep Anguera, jefe del gabinete técnico del COAATT y miembro del estudio, explica que «falta presupuesto para poder hacer las obras de manera seguida». Declara que desde la entidad no han seguido las mejoras que ha hecho el Ayuntamiento, y que en un futuro quieren redactar un plan para mejorar la accesibilidad en edificios públicos.