Sociedad
Los primeros papeles de residencia son locales
Un centenar de personas recién llegadas a Tarragona recogieron sus Certificados de Acogida el pasado martes
Según la última estimación hecha por la ONU, en el 2020, en el mundo había aproximadamente 281 millones de migrantes. 281 personas que se habían marchado de sus países de origen con la esperanza de encontrar una vida mejor, pero también preparados por el proceso burocrático que comporta obtener un permiso de residencia, y que se puede alargar hasta 3 años.
Sin embargo, el pasado martes, un centenar de personas recién llegadas en Tarragona se acercaron un poco más a este objetivo al recoger sus Certificados de Acogida, alcanzados gracias a una formación específica incluida en el Servicio de la Primera Acogida por la Unidad de Inmigración y ciudadanía (UTIC).
Este documento ayuda a agilizar los diferentes trámites de extranjería para obtener el permiso de residencia, además de dar más puntos a la hora de conseguir plaza en proyectos como la línea de subvenciones de acogida (ACOL), que tiene como objetivo fomentar la contratación de personas en situación administrativa irregular.
Con todo, estos certificados sólo son parte de un largo proceso que todavía continuará. La técnica de Acogida del UTIC, Ainhoa Valencia, explica que el acompañamiento de los migrantes empieza con una entrevista individualizada, con el objetivo de «conocer a la persona, su situación familiar y ver cuál es la forma más viable para ella para conseguir el permiso de residencia». En resumen, se crea un «itinerario de acogida personalizado», adaptado a las circunstancias de cada uno.
A continuación, se les inscribe en los cursos necesarios para obtener el Certificado de Acogida, que se dividen en tres módulos, tal como explica la técnica de Formación del UTIC, Marina Granell. «Yo imparto el Módulo B, sobre conocimientos laborales. Explicamos conceptos básicos de la normativa laboral, información sindical e investigación de ocupación, entre otras cuestiones». El Módulo C se centra en el conocimiento de la sociedad catalana en todas sus vertientes, desde la política hasta la cultural. Ambos cursos tienen una duración mínima de 15 horas. Con respecto al Módulo A, de 90 horas de formación en las lenguas oficiales, se imparte en otras entidades, como escuelas de adultos.
«Ha sido una experiencia muy gratificante, no sólo porque hemos aprendido las leyes sino también por la cultura. Es importante saber dónde vivimos», expresó Sara González, una de las personas que recogió el Certificado. A su vez, Luz Idalia declaró que «el hecho de que hagamos estos cursos es una forma de demostrar que nos queremos integrar», mientras que Jhon Ocampo remarcó que «mientras asistes a la formación, puedes avanzar en el resto de trámites de extranjería, y así, cuando piden el Certificado, ya lo tienes»
Espacios de diálogo
Granell explica que intenta convertir las aulas en un espacio donde los alumnos «se puedan desahogar y opinar», con el que se acaba generando una cohesión de grupo. «Al principio, todos están avergonzados de asistir a las clases, pero al final no quieren marcharse porque han cogido confianza, y entre ellos se dan fuerza», declara Granell. Por su parte, Valencia remarca que conocer otras culturas les ayuda a «perder muchos prejuicios», y que también se genera un espacio donde compartir experiencias, en las que participan tanto los que llevan más tiempo en la provincia, como los que acaban de llegar.