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Pesebre

El Pesebre de Ca la Rosona, una joya (no tan) escondida

Por segundo año se puede visitar este belén tradicional catalán en la plaza de Sant Magí del Serrallo de Tarragona

Marc Ferré, Jordi Vidal y Joan Serramià con el pesebre de Ca la Rosona, que se puede ver desde la calle.Tjerk van der Meulen

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Detrás de las rejas del postigo de Ca la Rosona, una vivienda que hace lado entre la calle de Sant Pere y la plaza de Sant Magí, en el Serrallo de Tarragona, ha vuelto a aparecer un pesebre.

Este montaje es fruto del trabajo tozudo y desinteresado de una tríada de artistas y amigos: Jordi Vidal, Marc Ferré y Joan Serramià, que el año pasado montaron este belén por primera vez y este año han querido repetir porque, tal como asegura el Marco, «fue muy bien, bajó a mucha gente a verlo y gustó mucho». Este año han vuelto, con la complicidad de la Asociación de Vecinos del Serallo y la colaboración de personas como Alba Pocurull.

El pesebre de Ca la Rosona lo conforman una cuarentena de figuras hechas por el escultor y joyero Joan Serramià, que se encuentran repartidas por las diversas escenas, entre las cuales hay el tradicional Nacimiento, la Anunciación y la Adoración de los Reyes. Al fin y al cabo, aliñado con varios guiños a la sociedad Tarraconense, representada en figuras como la misma Rosona o los Diablos Voramar. Este año, como novedad, se ha ampliado la zona dedicada al mar y se han colocado dos piezas nuevas: una barca de vela latina y un barco de arrastre, gracias a la donación del serrallenc Martí de Ca la Guita. Con ellas, y con un surtido de cajas de pescado recién pescado, el belén de Ca la Rosona quiere rendir un homenaje al mundo pescador. La barca de arrastre no es la única licencia histórica que se han permitido: este año, el belén también incorpora un rincón donde se está elaborando cava. Este, y muchos otros detalles, hacen que contemplar el pesebre de Ca la Rosona sea un ejercicio lo suficiente divertido para los chiquillos y los grandes, que se pueden entretener buscando al caganer, identificando las constelaciones que se dibujan en el cielo estrellado, o encontrando el hueso de jamón que quedó del jamón del año pasado.

«Lo que nos gustaría es que otra gente del Serrallo también hiciera su pesebre, y que nos convirtiéramos en el barrio de pescadores más pesebrístico de Cataluña», explica Joan. Él asegura que todo el mundo lo podría hacer: «De pessebre hay de muchos tipos, y para mí es tan bonito un belén que está hecho en diez minutos como el más elaborado del mundo». Si hace falta, aseguran, ellos se ofrecen a ayudar a quien convenga.

El pesebre se puede visitar todo el día, hasta pasado Reyes, y dispone de una hucha donde hacer donaciones.

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