Nuka, el robot foca que se ha hecho sitio en la vida de los residentes de CleceVitam

La residencia CleceVitam Costa Daurada, ubicada al lado del Hospital Joan XXIII, dispone, desde hace un mes, de un robot en forma de foca dedicado a la terapia no farmacológica, denominada Nuka. Aunque hace relativamente poco que se introdujo, los residentes ya le han hecho un sitio en su día a día e, incluso, le han puesto un nombre: Blanquita.

«Por ahora, lo estamos utilizando como recurso en otras terapias, para introducirla como si fuera una mascota de la residencia», explica Cristina Gallego, psicóloga del centro. Argumenta que una de las razones por las que escogieron Nuka para esta tarea es porque se trata de un animal desconocido, «que no se suele tener como mascota, y puede dar pie a nuevas interacciones».

Sònia Martorell, terapeuta ocupacional de la residencia, relata que algunos de los ejercicios que llevan a cabo con el robot engloban darle la bienvenida, jugar, peinarla e, incluso, realizar una especie de yoga a la que abrazan y mueven al animal a través del espacio.

Beneficios sociales y cognitivos

Nuka es un robot que cuenta con sensores táctiles, de temperatura y con diferentes micrófonos para detectar la voz, de manera tal que, cuando la llamas por el nombre, se gira hacia ti. También es capaz de mover los ojos, las aletas y los bigotes, además de reproducir sonidos de foca reales. Todo un conjunto de características para dotarla del mayor realismo posible.

El trabajo que se hace con Nuka va dirigido principalmente a aquellos residentes con «trastornos cognitivos y de la conducta, alteraciones del estado de ánimo y demencia», concreta Gallego. La psicóloga explica que, de entre los beneficios, destacan la reducción de los niveles de estrés, la mejora de los síntomas de equitación, y un incremento de la relajación.

Concretamente, ambas trabajadoras del centro coinciden en el hecho de que se ha producido un incremento en la participación en las actividades de las que forma parte Nuka: «Está ubicada en la planta baja, y los residentes se desplazan de sus habitaciones para verla. Es un efecto llamada», describe Martorell.

Gallego declara que este aumento de la socialización ayuda en especial a aquellos residentes con demencia: «Es un proceso degenerativo que nunca va a mejor, y nuestro objetivo es estabilizarlo. Prevemos que el incremento de la participación ayude a hacer que evolucione más lentamente».

A pesar de los beneficios demostrados y los que se esperan, la psicóloga expresa que, por ahora, no se plantean añadir más animales robóticos a la plantilla, ni realizar una terapia individual con Nuka: «El centro ha abierto recientemente. En el momento que tengamos más usuarios, nos plantearemos introducir a Nuka en una terapia individual».

Por otra parte, tanto Gallego como Martorell expresan que su «objetivo a corto plazo» es seguir viendo los efectos que Nuka tiene en los residentes, pero también aprender como profesionales, ya que «es un recurso nuevo con muchas posibilidades».