El último y más colorido ‘polvo’ de Carnestoltes
La plaza del Desenfreno reunió ayer a un buen número de familias con un solo propósito: colorear a diestro y siniestro a todo y todo el mundo
Familias disfrazadas o vestidas completamente de blanco, y niños con bandoleras y gafas de natación para protegerse cara y ojos, son sólo algunos de los tarraconenses que se reunieron ayer en la bautizada como plaza de la Disbauxa. ¿El motivo de su vestir? La celebración del último polvo del rey Carnestoltes y la Concubina. A diferencia de las antiguas reyertas que se producían hace 30 años entre carniceros y pescaderos, en los que se utilizaba harina, ayer el arma escogida fueron polvos de colores o holi. Amarillo, rojo, naranja, azul, verde y otras opciones son las que los organizadores de la fiesta, el Ball de Serrallonga, ofrecían a las familias, que se aglutinaron en un recinto marcado en medio de la plaza por los participantes de la fiesta.
Después de un baile de bienvenida por parte del rey Carnestoltes, Javier Palacios, y de la Concubina, Ainara Zapata, el maestro de ceremonias inició la cuenta atrás para empezar la celebración, que finalizó con una explosión de colores. Mientras algunos se limitaban a lanzar el polvo al aire para su propio disfrutó, otros se perseguían para atacarse con colores, mientras los más menudos intentaban entender la sustancia que los rodeaba, jugando con ella con las manos.
Una vez finalizada la explosión inicial, algunos de los participantes intentaron recuperar una pizca del color que habían lanzado en el suelo, con las manos o el propio cuerpo. Con todo, los organizadores de la velada volvieron a repartir más polvos holi, cosa que hicieron en varias tandas, para, así, agotar los 150 kilogramos de sustancia con que contaban este año.
Así, entre bailes y música, prosiguió una fiesta de la qué el público que rodeaba el recinto marcado también formó parte, ya que no pudieron escapar de las consecuencias del último y colorido polvo de Carnestoltes.