Entrevista
Blanca Busquets: «La vida real es un poco aburrida, en la ficción pongo más sal y pimienta»
La escritora presentará ‘Els dies robats’ (Ed. Proa), este martes a las 19 h en la librería Adserà de Tarragona
En su duodécima novela, Blanca Busquets explica la historia de un grupo de personas que se quedan bloqueadas en un pueblo del Pirineo, y como esta situación límite les hará aflorar emociones y establecer complicidades inesperadas.
La pandemia te sirve de excusa para encerrar a los protagonistas de tu novela en un pueblo. ¿Por qué les has querido tener confinados?
«Porque me gusta cerrar a la gente para analizarla. Cuando escribí Tren a Puigcerdà, hice parar el tren dos horas y lo aproveché para sacar lo que cada uno llevaba dentro de su mochila, secretos y heridas de infancia. Después, quería volver a hacerlo, pero durante más tiempo, y no se me ocurría cómo. Hasta que llegó la pandemia, que es la excusa para que los personajes no se puedan mover. A partir de aquí, puedo desarrollar la psicología y después relacionarlos, sin que ellos lo sepan».
Es, en efecto, una novela muy psicológica.
«Sí, yo siempre hago este tipo de novela. Además, como trabajo con Gaspar Hernàndez en el programa L'ofici de viure, donde tratamos todo tipo de cuestiones, he aprendido muchas cosas. Y lo he aprovechado para los personajes».
Uno de ellos sufre un trastorno mental que lo lleva a situaciones un poco extremas. ¿De qué manera te querías aproximar, a esta afección?
«Es un trastorno mental grave que hemos tratado en el programa. Quería hacer un personaje de peso, que desconcertara a los otros. Que nadie se piense que es alguien que acosa al personal con un cuchillo ensangrentado, pero sí que es una persona con un trastorno mental grave. Y no lo descubre hasta que se detiene, porque estos días cerrados les sirven para detenerse y mirar adentro. Pienso que este trastorno, como muchos otros, está un poco estigmatizado –quizás no tanto desde la pandemia–, y por eso también lo muestro, para normalizarlo un poco».
Así y todo, la novela no gira en torno a la salud mental, sino de las relaciones personales. También habla mucho de la maternidad y, sobre todo, de la paternidad y de los roles entre padres e hijos.
«Siempre digo que en mis novelas entran cuatro y salen cinco. En esta, hay roles de paternidad un poco extraños: hay hijos que no saben quién es el padre, aunque el lector sí que lo sabe, y padres que son conscientes e intentan ayudar, hasta donde se les permite».
Y resulta que todos estos personajes acaban teniendo vínculos muy estrechos, aunque a veces ni ellos lo sepan.
«Sí, siempre acabo enredando a todos los personajes, es inherente en mí. Hay quien me dice que se le tendría que explicar, a ellos, ni que fuera en el último momento. Pero quien lo tiene que saber es el lector, el personaje es de ficción. Después, pienso que eso no está tan alejado de la realidad, y que todos estamos más relacionados de lo que nos pensamos, es aquella teoría de las seis personas... Pero la vida normal es un poco aburrida, por eso en la ficción pongo un poco de sal y pimienta».
¿Aprovechas material real, para escribir las novelas?
«A veces cojo cosas que han pasado y las relaciono con un personaje, añadiendo otros, y así los voy creando. Pero es ficción».
¿Te podemos confiar nuestros secretos, pues, con la tranquilidad de saber que no los novelarás?
«Quizás sí que acabarán saliendo en alguna historia, pero será con algún personaje diferente. Me he encontrado con gente que me escribe para explicarme historias familiares para que haga novelas, pero yo siempre les digo que seguro que es mil veces más novelesco lo que ellos me explican que lo que yo pueda escribir. Yo hago ficción y me invento a los personajes. No hago como Coia Valls, que es una maestra en el arte de novelar personajes que han existido. Es muy buena y tiene toda mi admiración. Yo, soy incapaz».