La Muestra de Teatro Joven se inicia con una propuesta de teatro físico

Un txumba-txumba persistente de discoteca se apodera del actor. En pocos segundos, los saltos rítmicos y eufóricos dan paso a los espasmos, a la agresividad de unos gestos de los que intenta, sin éxito, escapar. La actualidad, dominada por una lógica de impactos que no nos es ajena, se le ha agarrado al cuerpo. Tan sólo la presencia de un objeto consigue que se pare el revuelo y el joven se serene: un libro. Se sienta, lo huele, lo desempolva. Se lo mira con los ojos atónitos, con la ingenuidad de un primer descubrimiento, con actitud de adoración. Al abrirlo por una página cualquiera, el libro cobra vida propia, aletea, cierne arriba y abajo y se lo lleva flotando por el escenario. Lo lee en la intimidad, pero también lo comparte con su compañera. Juntos, se reencuentran con la imaginación.

De la lectura parte, precisamente, De boca en boca, la propuesta escénica con que la Compañía Dospunts se estrenó, el pasado lunes por la noche, en la Muestra de Teatro Joven de Tarragona, que se celebra en la ciudad hasta el 12 de junio.

En concreto, de una obra que recoge a varios personajes de la mitología catalana, y que animó a los actores Itzel Silvestre y Nin González, de 19 años, a presentarse al ciclo. Con este punto de partida, los dos, solos en el escenario, construyen un recorrido propio de 40 minutos que va más allá de una defensa bondadosa de la cultura y nos transporta de Tarragona al Solsonès y de la butaca a una cueva mágica.

Con las palabras justas, y dando preeminencia a las capacidades comunicativas del cuerpo, nos cuentan quién eran los pertenidores —estas almas en pena que personifican el eco— o el monstruo de la Simanya, y entretienen la platea del Teatro Tarragona.

Dos esencias humanas atraviesan todo el espectáculo: el gusto por las historias y el sentido del humor. Les persecuciones cómicas nos pueden hacer revivir grandes momentos del cine mudo de Charlot o de los dibujos animados, la manera de trepar las pantomimas de los mimos o cuando juegan a hacernos creer que se pasan un objeto por medio de unas linternas los famosos esquemas del Triciclo.

Con una complicidad muy visible en el intercambio de roles o a la hora de bailar un tango, estos dos alumnos del itinerario de teatro físico y visual del Instituto del Teatro muestran, en general, hasta qué punto el cuerpo puede hablar por nosotros sin necesidad de articular palabra. En la forma como sostienen la tensión a oscuras, con una sábana blanca y dos luces, y como nos hacen mover entre la curiosidad y la risa, entre la cámara lenta y la carrerilla, también demuestran hasta qué punto controlan la técnica.

La 31.ª edición de la Muestra de Teatro Joven no sólo empieza con buen pie, sino que lo hace con todo el cuerpo implicado. Ahora hace falta que la ciudad también ponga, estas semanas, de su parte.

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