Diari Més

Muestra de Teatro Joven

El Aula de Teatro de la URV señala el sombrero de humo

La compañía presentó, en el Teatro Tarragona, una crítica de las complicidades de la sociedad con la industria química

L’Aula de Teatre de la URV, fundada el 1994, és un dels participants més longeus de la Mostra.

El Aula de Teatro de la URV, fundada en 1994, es uno de los participantes más longevos de la Muestra.Carles Uriarte

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Tarragona es la ciudad de la calma y de los versots. En esta aparente paradoja, más profunda y compleja, podemos presentir unas estructuras que permanecen y que imponen una sensación de conformidad, de placidez mediterránea. Es aquello que el sargento Blázquez, del Ball de Dames i Vells, dice orgullosamente la balsa. Con las diatribas de unos cuantos bailes hablados, durante dos semanas de fiesta mayor, parece que los tarraconenses tengan suficiente para quedarse, si conviene, un poco descansados. Critican, señalan y desquijaran, pero todo dentro de un desorden ordenado de tipo carnavalesco, de una liberación transitoria del genio llampferit camptarragoní que se tolera y patrocina.

Remover la balsa es lo que se propusieron, el miércoles pasado, desde el Aula de Teatro de la URV, en la Muestra de Teatro Joven. El espectáculo llevaba por título L'Astrònom, en alusión al conjunto de esculturas de Lluís M. Saumells (1915-1999) dedicadas a Tales de Mileto. Todas ellas, empequeñecidas, miran hacia el cielo. Hay una, de bronce, que la encontraréis distrayéndose por los jardines de la Casa de la Festa. Junto al mar Egeo, Tales subía la vista para examinar las estrellas. Los actores simulan el mismo gesto desde el escenario, pero se preguntan: ¿qué vería el sabio griego si hubiera nacido en la Tarragona de hoy? De día, el sombrero de humo que cantan Els Pets. De noche, probablemente, una mancha anaranjada.

En términos teatrales, la función se desarrolla con los ingredientes habituales de la compañía. Partiendo de ejercicios y de improvisaciones, el grupo, dirigido por Joan Rioné, explora el movimiento, la provocación y la sugestión poética. Con la iluminación limpia de escenografía sumergen al público en el mar, llena de pelets, con cintas adhesivas rojas convierten a tres actores vestidos de blanco en chimeneas que hablan sobre los humanos, y con una fina autoironía convocan el comentario recurrente de una espectadora que después de una representación les confesó que no había entendido nada.

Pero este año el grupo de la comunidad universitaria, plural en edades y fonéticas, no puede rehuir la afirmación directa. «Queríamos hablar de aquello que no se habla», o «de aquello que no se habla mucho», matizan, como si pensaran en La gra explosió (2023), de Rafa Marrasé y Toni Orensanz. Más allá de la crítica previsible a la contaminación, afinan el objetivo cuando evidencian la hipocresía de una sociedad que refunfuña pero que se aprovecha de los recursos de la industria. Los actores plantan una fila de alcaldes, entidades culturales, medios de comunicación, directores de festivales de teatro, etc., que ponen la mano. Recibe el rector y todo. El público, entonces, no puede evitar la risa satírica. Una risa que degrada y renueva, como enseña Bajtín. ¿Pero mañana, qué? Nosotros sólo sabemos que la balsa es rica y que —casi— todo el mundo se abreva.

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