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Jugando como los niños de Tàrraco

Miles de alumnos de todo el Tarragonès disfrutaron de 130 juegos diferentes al Camp de Mart

L’acte inaugural de la XXII Jornada d’Aprenentatge Actiu va tenir lloc a l’auditori del Camp de Mart i va comptar amb la presència de representants del Departament d’Educació i de l’Ajuntament de Tarragona.

El acto inaugural de la XXII Jornada de Aprendizaje Activo tuvo lugar en el auditorio del Campo de Marte y contó con la presencia de representantes del Departamento de Educación y del Ayuntamiento de Tarragona.Gerard Marti Roig

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El Camp de Mart estaba ayer lleno de vida. Unos dos millares de alumnos de quinto de primaria de todo el Tarragonès se dieron cita ayer en la capital para participar en la XXII Jornada de Aprendizaje Activo: Jugamos como jugaban las niñas y los niños de Tàrraco. Los escolares pudieron disfrutar de infinidad de juegos y actividades para viajar al pasado y conocer cuáles eran los pasatiempos de aquellos niños de la época del Imperio Romano.

A pesar de la amenaza de lluvia, las gotas no cayeron. De hecho, el sol acabó brillando con su resplandor habitual. Por suerte, el acto inaugural tuvo lugar en el auditorio del Camp de Mart, donde una gran carpa llenaba a los asistentes de los rayos del sol. Representantes del Departamento de Educación y de las entidades colaboradoras dieron la bienvenida al alumnado. También estaba presente el alcalde de la ciudad, Rubén Viñuales, y el consejero de Patrimoni del Ayuntamiento de Tarragona, Nacho García.

El momento de los parlamentos siempre es el más aburrido para los chiquillos. Vale a decir, sin embargo, que se mostraron muy implicados a la hora de aplaudir. El entusiasmo y las ganas de los escolares era latente en el recinto. Inevitablemente, eso se traducía en ratos de jaleo y de cierto descontrol, que eran cortados por los más de 150 docentes que asistieron a la cita. O al menos lo intentaban.

Alumnos del curso de Artes Escénicas del Instituto Pons d'Icart, vestidos con togas y stoles —vestimenta típica de los habitantes de Tàrraco- dieron el pistoletazo de salida a la jornada con un toque de tuba romana. Después de la última nota, empezó el alboroto con los escolares dispersándose por todos los rincones y caminos del Camp de Mart.

En total, 130 juegos romanos, talleres y actividades estaban repartidos por todo este parque al aire libre. Una de las claves para poder ofrecer esta gran variedad fue la participación de 300 estudiantes de varios institutos del Tarragonès y de la Universidad Rovira i Virgili, así como del personal del Campus Educativo de Tarragona, los cuales ejercieron como monitores voluntarios.

Es el caso de Júlia Borràs, a quien ya ayudó en otras ediciones anteriores. Este año, en su puesto, enseñaba a los chiquillos a tocar diferentes instrumentos de la época romana, la mayoría de ellos de percusión: «Hay maracas, panderos, tambores, campanas y una caja china». «Decimos a los niños que toquen un ritmo en concreto y que se coordinen en grupo», señalaba Júlia, quien remarcaba la función «didáctica» de la Jornada de Aprendizaje Activo para «dar a conocer la historia romana y su música».

Pasaporte de los Juegos Romanos

Los alumnos que paseaban por el Camp de Mart llevaban colgado en el cuello su «Pasaporte de los Juegos Romanos» del Senatus Populusque Romanus —una frase latina que significa el Senado y el Pueblo Romano. Se trataba de un pequeño cartón donde podían enganchar pegatinas de colores para cada juego en lo que participaban. Para tener un obsequio al final del día, tenían que completar, como mínimo, una actividad de cada categoría: de imitación, motrices, de habilidad manual, sensoriales y artísticos, intelectuales o de azar, entre otros. Eso creaba cierta competitividad entre el alumnado para ver quién conseguía más.

Esta rivalidad también se podía respirar en algunos de los juegos, como el de matar, también conocido como el cementerio. Incluso, alguno de los niños sufrían pequeñas heridas para caer al suelo. Y es que la mayoría vivía la jornada con intensidad. 

También se podía observar en el juego de estirar la cuerda, dónde los alumnos que hacían de público animaban a su participante favorito. Aparte, había espacio para las representaciones, con el cuento del Puente del Diablo y el de la Medusa o el mito de la Minerva. 

Los chiquillos también se podían adentrar en la época de Tàrraco vistiéndose con las prendas de ropa típicas romanas o creando muñecas de ropa, coronas de laurel y joyería. Había muchos juegos que eran conocidos por los alumnos como el tres en raya o los bolos, y también de otros que no lo son tanto como los tabes de Augusto o el juego del Delta (Ludus Deltae).

Los escolares también pudieron disfrutar de una recreación de uno de los espectáculos mayores de la Antigua Roma: las luchas entre gladiadores. El grupo de reconstrucción histórica de Cantabria Collegium Gladiatorium Hispaniensis dio a conocer como se originaron estas pugnas, así como las armas que se utilizaban. Los alumnos, sin embargo, esperaban animados al inicio de las batallas, que eran el plato fuerte. Tal como pasaba en el Anfiteatro, el público gritaba eufóricamente cuando uno de los gladiadores era derrotado.

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