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Un estudio de la UOC analiza los festivales de Tarragona: «Hay zonas de la ciudad que se excluyen de los actos»

Francesc González, experto en turismo, ha analizado más de cincuenta certámenes en la ciudad la última década

Imagen de archivo de la Baixada de l'Àliga.Ajuntament de Tarragona

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La programación cultural en Tarragona es intensa durante todo el año con todo tipo de festivales. Un estudio ha analizado 55 certámenes de la ciudad en la última década desde un plan urbano y social. «Vivo en Tarragona y soy geógrafo. Vi que se había analizado muy poco el impacto geográfico y el uso del espacio de los festivales en la ciudad», explica Francesc González, autor del estudio y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya.

Durante el estudio, el profesor vació las programaciones de los festivales acto por acto para «tener una imagen fidedigna» de la actividad en la ciudad. «También hicimos entrevistas a más de una veintena de organizadores de los certámenes para entender los motivos detrás de las elecciones de los espacios», dice el experto. A partir de aquí, se pudieron extraer conclusiones.

«Rápidamente, nos dimos cuenta de que aparecía un desequilibrio urbano, ya que la mayoría de festivales organizaban actos en el centro de la ciudad», indica González. La Part Alta y el Serrallo acogen gran parte de los acontecimientos, como se muestra en el mapa elaborado a partir del estudio. Los barrios de Ponent, así como Sant Pere i Sant Pau y las urbanizaciones de Llevant son las zonas que menos acogen actos.

Mapa gráfico de la ubicación de los festivales analizados en el estudio en Tarragona, elaborada por González.Cedido

Desigualdad territorial

Según el experto, esta situación puede generar dos lecturas diferentes. «Por una parte, en el centro puede haber gente cansada de tener en sus calles acontecimientos recurrentes», expone. «De la otra, esta desigualdad provoca que zonas de Tarragona quedan excluidas», afirma González. Estos barrios «pierden oportunidades» de desarrollar «políticas urbanas o de equipamientos».

Mediante el estudio, González extrajo dos parámetros clave para los programadores a la hora de escoger los espacios. En muchos casos tiene un objetivo y carácter interno. «Los espacios históricos y patrimoniales ayudan a legitimar tradiciones. Son esenciales para ciertos acontecimientos», afirma González. En otros casos, el objetivo detrás de la propuesta del espacio es externo. «Se busca promocionar el turismo, generar un reclamo de visitantes en la ciudad», dice el experto.

Dividir según el discurso

Partiendo de estos criterios, según González se pueden diferenciar claramente cuatro tipos de festivales en Tarragona. El primero serían las fiestas mayores y tradicionales. «Tienen un modelo de narrativa histórica de la ciudad. Su discurso se refuerza en los espacios, que son lugares de poder. Dan la idea de continuidad de la tradición y no quieren hacer cambios de localización. Se dispersan poco», explica el profesor.

El segundo tipo serían aquellos festivales como Tarraco Viva. «Tienen un discurso de exhibición. Reflejan las historias clásicas pero las renegocian. También hay una idea de proyección de ciudad, aunque el objetivo no es turístico», sentencia González. El festival romano es un «win-win». «Tarragona ofrece los espacios en el certamen y este aporta una determinada mirada a la ciudad, uniendo la educación y la cultura», dice el autor del estudio. «Al conectar con los escenarios reales que se pretenden explicar y narrar en el festival, se dota de simbolismo el contenido del mismo y se refuerza su visión histórica», añade.

Contra el discurso dominante

El tercer tipo lo conforman los festivales más alternativos, como el Eclèctic Festival, el Teta Fest o el desaparecido MiniPop. «Estos certámenes no están interesados en el turismo, sino en la ciudadanía. Quieren dar una imagen diversa y social de la ciudad», expone González. «Son festivales que discuten el discurso dominante. Por eso, escogen espacios diferentes para hacer sus acontecimientos», añade.

El cuarto y último tipo de festival en la ciudad también defiende un pensamiento alternativo, aunque lo hace de la mano de una transformación de la imagen urbana. Sería el caso del festival SCAN, el REC o el Dixieland. «Quieren cambiar el sentido de identidad local a partir de nuevos referentes, más modernos. Vincular la ciudad con otras artes, más allá de la cultura clásica», manifiesta González.

De cara al futuro, el autor del estudio no descarta que los festivales puedan cambiar de ubicaciones. «Hay certámenes que van cambiando de espacios, como el REC. La variedad permite difundir más espacios de la ciudad», dice González. Sin embargo, también apunta que «una vez escoges un espacio, ya tienes también un determinado público».

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