Diari Més

Muestra de Teatro Joven

Se ha escrito un crimen en Manhattan

Los alumnos de 1.º de bachillerato del Colegio Lestonnac l'Ensenyança estrenaron una obra de intriga en la Muestra de Teatro Joven

Lestonnac L’Ensenyança participa en la Mostra de Teatre Jove des de la seva primera edició, celebrada l’any 1994.

Lestonnac l’Ensenyança participa en la Muestra de Teatro Joven desde su primera edición, celebrada el año 1994.Carles Uriarte

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Empieza la función y el escenario del Teatro Tarragona se tiñe de rojo con unas luces resplandecientes. Los espectadores se convierten, de repente, en testigos silenciosos de un asesinato. Todo ocurre medio a oscuras, a toda prisa. Demasiado como para poder saber quién ha perpetrado el crimen. De todos modos el público ya cuenta, de entrada, con más información que los investigadores policiales que al cabo de pocos minutos se hacen un hartón de entrar y salir por la puerta. Estamos en un piso de Manhattan, y aunque por el sitio y por el aura de misterio nos vengan a la memoria Woody Allen y Diane Keaton, en la obra que nos ocupa no predomina, en ningún caso, la comedia. Desde el marido de la difunta hasta la fiscal todo el mundo, obsesivamente, se pregunta: ¿suicidio o asesinato?

Con el ánimo de probar cosas nuevas, el director del grupo, el profesor Sergi Martí, animó a los alumnos de 1.º de bachillerato de Lestonnac l'Ensenyança a llevar a escena Enigma d'una mort (1991), de Assumpta González. En el texto, esta escritora de Borriana de nacimiento, autora de comedias como Adrià, un torero català (1973), nos transporta hasta el Nueva York de los años setenta del siglo pasado con el fin de desentrellar una muerte por envenenamiento. Acostumbrados al afán de dar risa, esta vez la compañía se acerca, más bien, a los tópicos detectivescos.

Reunidos en este piso representado por una escenografía sobria —con sofá, percha, silla, mesilla, botella, vasos de güisqui y un teléfono muy solicitado—, las primeras sospechas recaen sobre el viudo. Que si la pareja discutía a menudo, que si ella quería tener hijos y él no, que si el hombre viajaba mucho por trabajo, que si se había procurado una amante... Como saben bien los maestros de novela negra, parte de la gracia, en este tipo de obras, consiste en despistar, a propiciar que el receptor juegue a especular, a ponerse a prueba, a dejarse sorprender.

Con un grupo de una veintena de alumnos, en Lestonnac l'Ensenyança cada año hacen lo imposible para escoger textos que les permitan repartir muchos papeles entre los jóvenes. A la vez, también promueven un sector en la sombra de los focos que encabeza tareas como las de ayudante de dirección o de iluminación.

Misterio resuelto con un embarazo agitado y una ginecóloga que quiere proteger su buen nombre a toda costa, la compañía se suelta después de la función. Con menos nervios y más aplomo admiten, en el coloquio, que han tenido que improvisar y que memorizar —y naturalizar— un texto que es muy difícil.

Pero la comunión de grupo, las caras de ilusión en el saludo final, la complicidad con el director y la manera como se expresan hace pensar que la experiencia de subir al escenario de la Tarragona, el lunes pasado, les dejará una buena huella en el edificio laberíntico —y a veces enigmático— que es la memoria.

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