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Entrevista

Coia Valls: «Montserrat es una montaña sagrada pero también un foco de esperanza»

La escritora presenta este jueves a las 19 h en el Centre Cultural Antic Ayuntamiento de Tarragona ‘Les torres del cel’

La escritora reusense Coia Valls.X.R.Trigo

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Publicaste esta novela en el 2013. ¿Cómo ha sido que ahora se haya reeditado?

«El próximo año se celebra el milenario de la fundación de Montserrat, que fue la 1025, y esta era una excusa buenísima para que Les torres del cel volvieran a las librerías. La novela explica la historia fundacional de Montserrat, cuando tres monjes reciben el mandato de conquistar la montaña por orden del Abat Oliba. Yo, personalmente, vuelvo con más experiencia de vida, porque desde entonces he escrito siete u ocho libros más, pero también con la ilusión intacta».

¿Por qué te fijaste en Montserrat, en aquel momento, para ambientar la novela?

«Porque es una montaña emblemática, que ha sido siempre un foco de esperanza. Durante la Guerra del Francés, las tropas de Napoleón quemaron el monasterio, la iglesia y la biblioteca pensando que, si reventaban el centro neurálgico del pueblo catalán, también nos reventarían a nosotros. Pero nos conocían poco, porque somos como el ave Fènix: resurgimos de las cenizas. Montserrat es una montaña sagrada en muchos aspectos. Mucha gente no sabe que hace millones de años allí había habido un mar. Con los años, el agua se retiró y surgieron las montañas que apuntan hacia el cielo. Pero el vientre de la tierra, como un útero, está agujereado y lo recorre el agua y, de alguna manera, la montaña se ioniza. Después también porque, de pequeña, el papa nos explicaba que Montserrat era un dragón dormido. Cuando conocí la historia, quise despertar este dragón para que me explicara cómo se formó y quién transitó».

En la novela aparecen personajes históricos primordiales, como el mismo Abat Oliba, pero también de ficción. ¿Cómo construyes la historia con los unos y los otros?

«De documentación de 1025 no hay nada, pero hay dos padres, Anselm Maria Albareda y Manel Ribas, que han recogido mucha información. También me documenté en el Archivo de Monistrol de Montserrat, sin embargo, al final, lo más importante en la literatura, es la verosimilitud. Sabemos que el Abad Oliba envía a unos monjes a Montserrat. No sabemos cuántos son, pero sí que tenían que ser personas con empuje. Literariamente, necesitaba a tres personajes que me sirvieran para mostrar la Regla de Sant Benet, así que pienso en Dalmau Savarés, un monje con un pasado complejo, y contradictorio en sus creencias, el hermano Simó, que es el guardián de la Regla, y un hermano lego, Maties, que es la alegría de la casa y representa aquel hijo de familias que tienen demasiadas bocas para alimentar y envían alguno al monasterio. También reconstruyo el pueblo de Guadvachet, que es el actual Monistrol, e incluyo a un eremita que vive en la montaña, Basili, que de manera sutil, pero contundente acaba influyendo mucho en los tres monjes».

Y, como en toda novela medieval, hay intrigas, traiciones y rivalidad entre nobles e Iglesia.

«En la edad media, la montaña era un sitio estratégico: quien la conquistaba, tenía el poder. Había otro monasterio, el de Santa Cecília, a quien no le interesa nada que se hiciera otro, porque eso querría decir tener que repartir los ruegos testamentarios que les hacía la gente del pueblo al morir, por la plegaria por sus almas. Después, el señor de Manresa (que es el malo de la película), también quiere y conquistar el territorio... Iglesia y señores feudales eran dos poderes fácticos, cada uno con mucha fuerza».

¿Cómo ha sido para ti el reencuentro con la Coia Valls escritora del 2013?

«Me ha llevado a aquel momento de mi vida. Mi padre había tenido un infarto con 79 años y estuvo dos años agonizando. Escribí esta novela en aquellos dos años, y fue la última que le leí. Para mí, aquello tenía un poder curativo y, por lo tanto, ha sido mi libro más espiritual, tanto por la materia prima de la historia como por mi momento vital. Después, me ha vuelto a despertar las ganas que todos aquellos lectores y lectoras que la leyeron en su momento pongan en marcha el boca-oreja. Y también de acercarla a todas las personas que todavía no la conocen».

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