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Entrevista

Elisenda Rosàs: «La piedra seca nos remite en la época en que vivíamos de cara a la tierra»

La arquitecta participará en las Jornadas de piedra seca que organiza el colectivo Santa Teca el sábado 15 de junio

Rociara está especializada en restauración de patrimonio arquitectónico y de paisaje.Diario Más

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¿Qué cualidades tiene, la construcción de piedra seca?

«El valor que tiene hoy no es el mismo que tenía en su momento. Estas estructuras se han construido desde siempre, pero hay un boom enorme en el siglo XIX, que se alarga hasta antes de la Guerra Civil. Coincide con el aumento demográfico en Europa, hecho que lleva a cultivar campos que hasta entonces no estaban destinados a eso. Para conseguirlo, se realiza todo un trabajo de aterressament del campo. En aquella época, las tecnologías de la piedra seca eran un recurso al alcance del campesinado».

¿Por qué eran tan asumibles?

«Porque, a la vez que los campesinos despedregaban los campos para hacerlos cultivables, aprovechaban la piedra, que no tenía ninguna función, desplazándola pocos metros y combinándola con otras piedras del entorno. Así creaban unas estructuras útiles. Además, eso no tiene ningún coste con respecto al material, ni tampoco por las horas de trabajo, porque en aquel sistema las horas de trabajo valían una miseria».

¿Qué quiere decir piedra seca?

«Piedra seca quiere decir piedra y ya. No es ni piedra atada con barro, ni piedra atada con mortero de cal. Esta tecnología tiene varios virtuosismos. Por ejemplo, todo el trabajo de hacer los márgenes, que va precedida de l'aterrassament de la montaña. Tenemos unas montañas con pendientes continuadas, a las que se les hace una serie de desmontes y terraplenes. Y la contención de tierras se hace con estos muros de piedra seca».

¿Y cuáles son sus virtudes?

«Como en los muros no hay barro ni mortero, son drenantes, dejan filtrar el agua. Así que, cuando llueve, el agua que empapa la tierra no queda acumulada detrás del muro, y se evita que este cargue pesos que no está preparado para cargar. Por lo tanto, es un sistema estructuralmente óptimo. Además, como la montaña está aterrassada y el suelo es plano, cuando llueve el agua se acumula y la tierra se empapa mejor. Por lo tanto, permite el mejor aprovechamiento del agua de la lluvia, que es escasa. Y, además, eso provoca que los suelos no se desmoronen. En consecuencia, la materia orgánica se va acumulando y se convierte más rico. Finalmente, por la misma morfología de los márgenes, que tienen guaridas, agujeros y rinconadas, se acaban instalando todo tipo de especies, favoreciendo la biodiversidad».

¿Y son muy resistentes?

«Aguantan bastante bien, si se tiene en cuenta su simplicidad aparente, porque están hechos con una tecnología absolutamente eficaz».

Además de márgenes, ¿qué más se construye con esta técnica?

«Desde escalerillas para subir a los márgenes, hasta tronas en torno a las cepas (como una especie de tiesto para retener la humedad), pasando por arneres para las abejas, depósitos o barracas, que son el otro gran elemento de esta técnica».

¿El oficio de marger todavía existe o ya se ha perdido?

«Ha ido a menos, como tantos otros oficios de nuestra tradición. Quedan pocas personas que sepan, pero, por suerte, en las últimas décadas se está prestando mucha atención a esta cuestión y se está haciendo mucha pedagogía para que esta técnica no se pierda. En el 2020 se establece por real decreto la calificación profesional de construcción de piedra en seco».

Ahora que el campesinado y los campos de cultivo están en retroceso, ¿qué valor tienen estas construcciones?

«El primer motivo por el que vale la pena preservarlos es que siguen siendo útiles por los mismos valores funcionales: preservan la calidad de los soles, favorecen la biodiversidad y contribuyen a retener el agua. Después, porque son un patrimonio histórico y, como tal, nos explican el mundo de donde venimos. En este sentido, la cultura de la piedra seca es muy efectiva, porque transmite de manera muy clara el mensaje: la ves y te das cuenta de que la sociedad que nos precedió vivía trabajando muchas horas y probablemente con unos parámetros de vida muy diferentes de los nuestros. Cuando miro paisajes modelados por la piedra seca, pienso en cómo la gente que los construyó concebía el tiempo. Finalmente, también tienen un valor artístico, porque estas construcciones son absolutamente sugerentes con respecto a otras maneras de vivir».

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