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Reivindican la necesidad de disponer de espacios de ocio accesibles en Tarragona

Les personas con movilidad reducida se encuentran con barreras emocionales y sociales por la falta de accesibilidad a espacios de ocio

L’Eduard Manero durant l’espectacle ‘Harmonia diversa’ (coreografia textures) de l’associació Si jo puc tu també #EPILEP.

El Eduard Manero durante el espectáculo ‘Armonía diversa’ (coreografía texturas) de la asociación Si yo puedo tú también #EPILEP.Cedida

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Tarragona

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Les personas con movilidad reducida tienen que superar varios obstáculos en su día a día como es el caso de los edificios sin rampa, aceras intransitables o transporte público inadecuado entre otros. Pero del que muchos no somos conscientes es que no sólo tienen que enfrentarse constantemente a las barreras arquitectónicas, sino que también viven una lucha diaria contra las barreras emocionales y sociales, que nacen a raíz de la discriminación y de la falta de accesibilidad en espacios de ocio.

«Desgraciadamente, las personas no entienden estas necesidades, yo misma no era consciente hasta que no sufrí el accidente y no tuve la necesidad de buscar apoyo», explica Estefania Grangé, que nació en Móra la Nova, pero actualmente vive en Tarragona. «Pensaba que en la ciudad habría más posibilidades de ocio, pero me quedé un pelín sorprendida de que no existiera ninguna entidad ni asociación que reuniera a varias personas con sillas». Estuvo a raíz de su inquietud que nacieron los primeros equipos de hockey, rugby y fútbol adaptado de Tarragona. «En lo que más me dedico actualmente es el fútbol, que es el que más me gusta, porque nos da la oportunidad de competir con otros equipos de Cataluña, y esta adrenalina nos motiva todavía más», confiesa.

Un deporte costoso

Aunque la temporada del Nàstic Powerchair Football ha llegado a su fin, Grangé no tiene ninguna intención de parar durante el verano. «Seguramente organizaremos alguna actividad para recaudar fondos, ya que el deporte que realizamos es exageradamente carolamenta. Actualmente, explica, el equipo utiliza sus propias sillas, pero «les gustaría tener adaptadas para poder jugar en las mismas condiciones que los otros equipos». ¿El problema? Su elevado coste. «Una sola silla puede llegar a costar 10.000 euros. La economía no está como para gastarnos este dinero, tenemos muchos gastos y pocos recursos», explica.

Como Estefania, Eduard Manero también está muy involucrado en el mundo del deporte, ya que es el presidente de los HIT (Hockey Inclusivo Tàrraco), un equipo de hockey inclusivo que practica el deporte con sillas eléctricas. Además, participa en otras actividades inclusivas como es el caso de la Giganta Frida. Esta fue creada el año 2018 por el Ayuntamiento de Tarragona, a partir de la idea de Romà Solé, cofundador de Festa per a tothom, con el objetivo de favorecer la inclusión social de las personas con discapacidad durante las fiestas populares. «La Frida me aporta muchísimo, me ayuda a de sentirme orgulloso de mí mismo. Ves que los niños se acercan a la giganta, te saludan, y dices ostras, pues quizás no soy tan invisible como me pensaba», explica Manero.

«Hay un término que se ha puesto muy de moda, sobre todo a raíz de la pandemia, que es la socialización. Es esencial que una persona que tenga algún tipo de discapacidad no se quede en casa. Claro, es importante hacer deporte, pero también es importante, cuando acabas el entrenamiento, ir a hacer una cervecita o ir a tomar un café», asegura Manero, que sin duda pone en práctica esta creencia, ya que no se limita a una tipología de ocio ni a dos.

Una de sus últimas aventuras ha sido bailar con la compañía de danza En movimiento, una de las muchas iniciativas de la Asociación Si jo puc tu també #EPILEP. «David Sanahuja, que es el presidente de la entidad, se encarga de organizar actividades con un abanico muy amplio, ya que no sólo van dirigidas a personas con epilepsia, sino que también acogen individuos con todo tipo de discapacidades y también sin, que es el verdadero significado de inclusión», explica Manero.

Gemma Capdevila, como Eduard, también participa en varias actividades, pero desgraciadamente, sus circunstancias dificultan todavía más su acceso a estas. «Siempre ha costado mucho la cuestión del ocio. Mi hija está pluridiscapacitada, tiene un 100% de grado de discapacidad, y un grado 3 de dependencia. Ahora ya nos queda lejos, porque tiene 20 años, pero ya encontramos problemas desde que era pequeña, ya que siempre ha sido casi imposible encontrar parques con estructuras accesibles», explica la Lourdes Cadena, la madre de Gemma

La joven participa en actividades adaptadas desde que era muy pequeña, iniciándose con la natación cuando no tenía casi un año. «Empezó en Reus, y hablando con un par de familias de Tarragona pensamos que esta actividad también se tendría que ofrecer aquí. Cuando estaban construyendo la piscina del Serrallo fuimos a hablar con el Patronato de Deportes y desde entonces se ofrece este cursillo», explica la Lourdes.

El derecho al ocio y la conciliación

En cambio, no tienen tanta suerte con otras actividades, como es el caso de los centros de verano. «Les familias con hijos sin ninguna discapacidad pueden llevarlos a cualquier lugar, tienen muchísima oferta para escoger, pero en el caso de Gemma es muy complicado», lamenta Lourdes. «No se trata sólo de 'aparcarla’, que evidentemente la conciliación también es importante para todos los padres que trabajamos, sino que también es su derecho disponer de este ocio, porque nadie tendría que estar tres meses cerrado en casa», afirma.

A causa del elevado grado de dependencia de GemmaLourdes tiene que acompañarla a la mayoría de las actividades en las cuales participa, un hecho que, afirma, también dificulta su acceso al ocio. «Lo ideal sería disponer de un asistente personal, lo que está contemplado a la Ley de Dependencia de Cataluña, pero no se ve reflejado en la realidad. Con el apoyo de esta figura, Gemma podría hacer muchas más cosas, y al fin y al cabo no tengo para qué ser yo el asistente personal de mi hija.

A ella le gusta estar con nosotros, pero tiene sus preferencias, sus sensibilidades, y está un poco cansada de nosotros también, como es normal», confiesa. «Creo que el problema es que el concepto de inclusividad, como sociedad, cuesta mucho entender. Al final somos aquellos que tenemos la discapacidad en casa los que estamos realmente sensibilizados y quizás a los que nos recae la responsabilidad de visibilizar esta realidad», afirma.

Limitaciones para poder disfrutar de la cultura

Muchas personas usuarias de sillas de ruedas también se encuentran problemas a la hora de acceder a la cultura. En el primer caso, lo más común es que estas personas tengan que situarse delante de la sala, resultando casi imposible ver comodament la película. Algunos cines ofrecen la posibilidad de sentarse entre el resto del público, pero en este caso, al tratarse de salas VIP, los usuarios tienen que pagar un precio más elevado para poder acceder. Además las plazas adaptadas acostumbran a ser limitadas.

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