La playa Llarga de Tarragona se convierte en un paraíso canino

Una de las actividades más populares durante los meses más calurosos del verano es, sin duda, pasar el día en la playa. Como cada agosto, las playas tarraconenses se llenan de par en par con personas que intentan huir del bochorno.

Este año, sin embargo, los humanos no son los únicos que disfrutan del mar, y es que ya son dos las playas de la ciudad que cuentan con una zona destinada al baño y el esparcimiento de los perros. La última en habilitar este tipo de espacio ha sido la playa Llarga, que abrió las puertas a principios de agosto. Desde entonces el área acoge a varias familias que vienen a remojarse acompañados de los peludos de la casa.

«La verdad es que estamos muy contentos. Teníamos muchas ganas de que abrieran este espacio, porque el de la playa del Miracle se nos quedaba un poco pequeño. Este es más amplio y además tenemos los ‘chiringuitos’ cerca por si nos apetece tomar algo. El aparcamiento es mucho más cómodo también», explica Lorenzo, que visita la playa a menudo con Bitxo. «Él disfruta mucho aquí, puede correr con libertad, jugar con otros perros, bañarse en el mar.... Creo que todas las playas tendrían que tener un espacio como este», asegura.

La instalación, llamada ‘Can Espai’, ocupa 1.679 m², está situada en el tramo final de la playa y el acceso se hace por el puente que conecta con Cala Romana. Cuenta con una valla, para que los animales puedan ir desatados, y también dispone de duchas. El Ayuntamiento de Tarragona invirtió 39.989,82 euros en esta zona, que es la segunda de la ciudad. La otra está situada en la playa del Miracle.

«Tarragona necesita más espacios como este, que vayan más allá de los típicos pipi-canes. Cada vez hay más familias que tenemos perros, y a menudo nos encontramos limitadas a la hora de hacer planes, porque no queremos dejarles solos en casa», explica Montse, que ha venido con Ote.

«Con el calor que hace, es importante que ellos también puedan refrescarse. Además, de esta manera no molestamos a nadie y nadie nos molesta a nosotros. Aquí ninguna persona se queja porque un perro le ha pisado la toalla», admite entre risas.

Algunos de los perros, igual que sus humanos, prefieren relajarse en la arena, pero como es de esperar, la mayoría corren detrás de una pelota o nadan en el mar. «Nunca lo había visto disfrutar tanto. Venimos cada mañana con los niños porque nos lo pasamos todos increíblemente bien», afirma Paloma mientras su perra, Janes, juega con sus dos hijos.

«No sólo es un espacio de socialización para los animales, sino que al final todos acabamos charlando y compartiendo nuestras experiencias, se forma una comunidad. Viajando hemos visto que otras ciudades no tienen estas opciones, así que estamos muy agradecidos», asegura.

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