Santa Tecla
El Àliga desafía la lluvia en una Baixada llena de reivindicaciones y tradición
A pesar de las adversidades meteorológicas, el Àliga y el séquito completaron el recorrido, acompañados por una multitud que no desfalleció en la noche más esperada de Santa Tecla
Como cada 21 de septiembre a medianoche, la ciudad de Tarragona vivió uno de los momentos más esperados de las fiestas de Santa Tecla: la Baixada de l'Àliga. Este año, sin embargo, el acontecimiento se vio marcado por la lluvia, que apareció a última hora con fuerza, llenando las calles y obligando tanto a los organizadores como los millares de asistentes a adaptarse a las circunstancias.
A pesar del intenso aguacero, que complicó el acto más concurrido de la fiesta mayor, el Águila no se rindió. Bajando las escalas de la Catedral con precaución y sin música, mantuvo su protagonismo como símbolo de perseverancia ante las adversidades. Las calles de la Parte Alta estaban llenas hasta los topes, con personas en cada rincón, balcones y ventanas, sin desfallecer a pesar de estar empapados. Una vez abajo, el Àliga bailó para un público fiel que, a pesar de la lluvia, no se movió ni un centímetro.
Otro de los elementos destacados de la noche fue la reivindicación, una constante en la Baixada de l'Àliga. Este año, el Àliga lucía un mensaje claro: «Tarragona Patrimoni Festiu • ¿Patrimoni Mundial»? con una referencia directa a la Unesco y el debate sobre la preservación de la ciudad. La crítica implícita se extendía a la situación de Ca l'Ardiaca, cubierta por un andamio desde hace años, simbolizando la necesidad de mejoras en el mantenimiento del patrimonio tarraconense.
Con respecto al séquito, la lluvia forzó algunos cambios. Los Gigantes, por ejemplo, no participaron en la Bajada para evitar riesgos, y el Brazo de Santa Tecla tuvo que ser protegido con plásticos durante el descenso. Sin embargo, la Mulassa, decorada con «basura» para denunciar la suciedad de la ciudad y el Lleó, que reivindicaba un servicio ferroviario digno con un cartel donde las siglas de Adif escribían la frase «Algunos días incluso funciona», siguieron su ruta, y, en un momento de euforia, la música volvió a sonar cuando el Lleó llegó a pie de escaleras.
El dispositivo de seguridad, reforzado por la gran afluencia de público –quizás la más numerosa de los últimos años, en parte por la retransmisión de TV3–, contó con la presencia de más de 100 agentes entre Guardia Urbana y Mossos d'Esquadra, además de drones y controles de acceso rigurosos.
Con la lluvia como telón de fondo, Tarragona demostró, una vez más, que la fiesta sigue siendo un motivo de orgullo, incluso en las condiciones más adversas.