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Salud

Un programa del Hospital Francolí minimiza el impacto del deterioro cognitivo

El objetivo es ejercitar capacidades que a menudo se ven afectadas por patologías neurodegenerativas

Una membre de l’equip tècnic del programa d’estimulació cognitiva de l’Hospital de Dia Francolí atén a dos usuaris.

Una miembro del equipo técnico del programa de estimulación cognitiva del Hospital de Día Francolí atiende a dos usuarios.Gerard Martí

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Tarragona

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El deterioro cognitivo es, desgraciadamente, uno de los efectos más comunes del envejecimiento. Este puede implicar la pérdida de la memoria y otras capacidades como el razonamiento y el lenguaje. Es por eso que el Hospital de Día de Atención Intermedia Francolí ofrece un programa de estimulación cognitiva que busca minimizar su impacto y ralentizar el máximo posible el proceso degenerativo del paciente.

El programa, aunque se ejecuta de forma grupal, está diseñado para que se adapte a las necesidades y capacidades de cada individuo. Por eso arranca con la valoración de los perfiles por parte de un neurólogo y neuropsicólogo, que, acompañados de una enfermera y una trabajadora social, fijan la fecha de inicio del programa. Acto seguido, el paciente es atendido por la psicóloga y la animadora sociocultural del equipo, que determinan las características de su tratamiento. Este tiene una duración inicial de cuatro meses, pero se puede prolongar si el grupo de profesionales lo considera adecuado.

«Lo que buscamos son perfiles estimulables, por lo tanto, es importante que el paciente todavía preserve su autonomía para llevar a cabo las actividades más básicas del día a día y que tenga capacidades de lectoescritura, que son necesarias para muchas de las actividades que realizamos», explica Lluís Caballer, neuropsicólogo clínico del programa. Estas están diseñadas con el objetivo de ejercitar capacidades que a menudo se ven afectadas por patologías neurodegenerativas como la demencia y el alzhéimer, ciertos traumatismos o accidentes cerebrovasculares. «Lo que se ha visto en muchos estudios es que un estilo de vida más activo cerebralmente, aumenta la capacidad de resistencia ante los nuevos síntomas que pueden ir apareciendo en el futuro», afirma Caballer.

Un día al programa

Una jornada típica del programa, al que los pacientes acuden entre dos y tres días a la semana, arranca por la mañana con actividades socializadoras, ejercicios gimnásticos de mantenimiento y ritmos y secuencias. «Cada día después del desayuno hacemos la lectura del periódico, ya que es muy importante para orientarnos y proyectarnos en el tiempo y en el espacio. Además, así conversan y expresan sus opiniones, lo que también es muy beneficioso», explica Trini Lázaro, animadora sociocultural del equipo.

Acto seguido, los usuarios trabajan en las fichas de terapia individualizada, diseñadas para ejercitar el área más afectada de cada usuario. El programa también cuenta con psicólogos que realizan seguimientos de los pacientes. «Su estado anímico es muy importante. Es crucial recordar que son personas con sus historias de vida, sus vivencias, y hay que tratarlos con respeto y mucho afecto», explica Ángeles González, trabajadora social del programa.

Un momento de conciliación

«Realmente es un tratamiento dual, porque mientras el paciente realiza el programa, su familia, que acostumbran a ser sus cuidadores principales, tienen un momento de respiro en el que pueden reencontrarse con amigos, reanudar hobbies...», afirma González. «También necesitan prepararse de cara al futuro, contemplar la situación y tomar decisiones. Un proceso muy importante que no pueden hacer si se encuentran totalmente saturados», recalca.

Por este motivo, el programa también ofrece grupos de apoyo a los cuidadores. «El objetivo es crear un espacio sin ningún tipo de juicio para personas que comparten la misma situación. Se crea un sentimiento de comprensión mutua muy beneficioso», asegura la trabajadora social.

«Evidentemente, la enfermedad sigue su curso, porque es inevitable, pero lo noto mucho más motivado y contento. Si se quedara en casa, no haría nada, sólo se levantaría para ir de la cama al sofá y del sofá al lavabo», asegura Montse, hija de uno de los pacientes. «Además, este programa le ha dado vida a mi madre. Ahora ya no está tan angustiada y puede dedicar más tiempo a ir a la piscina o quedar con las amigas. Estamos muy agradecidos», concluye.

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