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El Proyecto Rossinyol necesita a 90 voluntarios en Tarragona para ser mentores de niños vulnerables

El proyecto es gratuito tanto para los menores como para los voluntarios, y ofrece un espacio seguro para estos niños

Imagen de una pareja de mentoría del proyecto de cursos anteriores durante sus encuentros.Cedida

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Tarragona

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Establecer una relación de apoyo y aprendizaje. Este es el objetivo del proyecto Rossinyol, una iniciativa de la Asociación Kilómetro 0 que facilita el contacto entre personas voluntarias que quieren ser mentoras y niños de diferentes culturas y contextos sociales. El proyecto es gratuito tanto para los menores como para los voluntarios, y ofrece un espacio seguro para que estos niños, a través de la relación con los mentores, mejoren en el ámbito socioeducativo, psicológico y personal.

La iniciativa se impulsó en Tarragona por primera vez en el año 2014, siguiendo el ejemplo de la Universidad de Girona, pionera del proyecto. Desde entonces este se ha ampliado en diferentes poblaciones de la demarcación, consiguiendo presencia en Tarragona, la Canonja, Reus, Vila-seca, Valls y Salou. El programa arrancará de nuevo este noviembre y necesita voluntarios para poder crear 90 parejas de mentoría. «Es una experiencia muy enriquecedora para ambas partes», explica Elena Gómez, coordinadora del proyecto.

Este, afirma Gómez, «beneficia al niño, a sus familias y a los centros escolares», pero los mentores también desarrollan «competencias transversales como la responsabilidad, la adaptabilidad, la creatividad y la comunicación». «Gracias al proyecto conocen realidades diferentes muy próximas a ellos. Se favorece la interacción, el entendimiento y el respeto a la diversidad en el contexto social multicultural en el que vivimos», añade. Además, este voluntariado cuenta con el reconocimiento académico de créditos ECTS para los estudiantes de la URV y la UOC.

El programa, explica la coordinadora, ofrece a estos niños oportunidades que quizás no tendrían en su día a día, como visitar espacios culturales, naturales o de ocio. Los encuentros, que son semanales y acostumbran a tener una duración de dos horas, «permiten a los niños conocer mejor el territorio y mejorar su autoestima y autoconocimiento».

«Los voluntarios siempre tienen el apoyo del equipo técnico de la asociación. Tenemos una relación muy próxima con los mentores, pueden contar con nosotros si se encuentran cualquier dificultad y realizamos un seguimiento para garantizar que las actividades realizadas cumplen los objetivos marcados», asegura Gómez.

Un programa flexible

«Creo que muchos jóvenes dudan a la hora de colaborar con el programa porque están muy ocupados», explica la coordinadora. «Muchos mentores trabajan y estudian. Por eso ofrecemos mucha flexibilidad y autonomía», aclara. Los encuentros, por lo tanto, se pueden realizar tanto durante la semana como los fines de semana, adaptándose así a las necesidades de cada voluntario y dándoles libertad a la hora de programar las citas.

Los mentores necesitan tener entre 18 y 35 años, hablar catalán y vivir en el Camp de Tarragona. También tienen que asistir a una formación previa de 10 horas, que incluye aspectos psicológicos, antirracistas y dinámicas de juego para prepararlos adecuadamente para su tarea.

Una vez completada la formación, se realizan entrevistas individuales tanto a los mentores como a los niños para facilitar el emparejamiento y asegurar que los perfiles encajan. «Queremos que exista afinidad entre los participantes, entonces siempre intentamos crear parejas con personalidades complementarias», explica Gómez.

Una experiencia enriquecedora

«Antes de empezar la mentoría me preocupaba no encajar con el niño, pero conectamos desde el primer momento», explica Kheira, que fue voluntaria el curso pasado y este año volverá a repetir la experiencia. «Fuimos al cine, en la playa, a hacer un picnic... pero lo que más nos gustaba a ambas era pasear y charlar, desconectar juntas», recuerda la joven.

Además, asegura que el voluntariado la ayudó a «trabajar el compromiso, la comunicación y la organización». «Lo que aconsejaría a otros voluntarios es romper el hielo en el primer encuentro. Lo ideal es reunirse en un espacio tranquilo y hacer preguntas el uno al otro, como qué día es su cumpleaños, su color preferido, sus hobbies... Gracias a estas preguntas se pueden dar muchos temas de conversación», explica la mentora.

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