Derechos humanos
Fatou Nyang, la activista que trabaja para parar la mutilación genital femenina en Gambia
La activista ha visitado esta semana Tarragona y ofreció una charla a alumnos del Instituto Vidal i Barraquer
Luchar contra su familia, amigos. Contra su cultura, historia y tradición. Eso es lo que hace Fatou Nyang desde hace más de quince años. Nyang nació en Tujereng, en la región de Kombo South, una zona pobre de Gambia.
Allí, el 76% de las mujeres y una de cada dos niñas sufre la mutilación genital femenina. «Es una cosa que se lleva practicando muchísimos años en varios países de África. Cuando era niña y pasé, me era indiferente. Porque no tenía información, no era consciente», expresa Nyang.
Hasta que empezó a trabajar en Wassu Kafo Gàmbia, una entidad que tiene el objetivo de prevenir las prácticas tradicionales nocivas, así como el matrimonio infantil. «Mi madre no quería que fuera, me intentó frenar», comenta Nyang. Pero nada la paró y, una vez dentro de la asociación, cambió su mentalidad.
«Me di cuenta de que no estaba bien. No quería que las mujeres de mi alrededor tuvieran que pasar por eso», dice el activista. A partir de aquel momento, en el año 2008, empezó a trabajar para detenerlo y erradicarlo. «Empecé a hablar con amigas mías y les pedí su apoyo. Al final, es un camino largo y difícil y se tiene que ir poco a poco», expone Nyang.
Hace muchos años que habla con los responsables de las prácticas y explica todos los agravios que la mutilación genital femenina causa. «Empiezo siempre por arriba, por los abuelos de las familias. No puedes ir directamente y decirles que lo paren inmediatamente. Intento hablar con respeto e ir convenciéndolos lentamente», dice la activista.
Aunque todavía queda mucho camino por recorrer, Nyang está contenta por toda la gente que ya se ha podido sensibilizar ante la práctica. «Ahora se dan cuenta de que lo que decía Fatou era verdad. Sobre todo con respecto a las enfermedades, porque había mucha ignorancia», dice Nyang.
Formación a los médicos
Desde Wassu, impulsan formaciones en los centros sanitarios de Gambia para mejorar las actuaciones hacia las mujeres que han sufrido circuncisión genital femenina. «Ahora ya saben el riesgo, conocen lo que puede pasar. Años atrás no se hablaba de eso», asevera Nyang. La activista ha estado en Tarragona esta semana.
«Al principio me costaba hablar de mi experiencia, de cómo lo sufrí. Pero ahora ya no tengo miedo», dice Nyang. Sin embargo, recibe muchos insultos en su país y por redes. «Me quieren silenciar y parar, pero no lo conseguirán», expresa. Nyang ofreció una charla a los alumnos del Instituto Vidal i Barraquer.
«La respuesta en las conferencias es muy buena. Creo que mucha gente y jóvenes en Europa conocen la circuncisión masculina, pero no la femenina. Y les choca mucho. No se imaginan que una mujer pueda pasar por este tipo de dolor», expone. La hija de Nyang ya le ayuda en la lucha y en las charlas en Gambia y tiene claro el objetivo. «Sé que acabaremos con ello y triunfaremos, no tengo ninguna duda», concluye.