DANA
Ayman Belhadj, voluntario tarraconense en Valencia: «Ayudamos a gente a la que todavía no había llegado nadie»
Belhadj volverá a viajar este viernes de madrugada a Valencia y necesita furgonetas para transportar el material
Ayman Belhadj, vecino de Tarragona, ha viajado en varias ocasiones a Valencia para ayudar, en primera línea, a los vecinos afectados por los efectos de una DANA que, ahora hace una semana, acabó con la vida de, al menos, 219 personas y arrasó e inundó varios municipios. Así pues, Belhadj explica al Diari Més con qué se encontró al llegar, qué tareas llevó a cabo para ayudar o cuál es la situación real que viven unos vecinos que han perdido prácticamente todo.
¿Cómo surgió la idea de ir a ayudar a Valencia?
«Fue mi hermano quien me lo propuso. Como el viernes era festivo y muchos musulmanes vamos a la mezquita de Bonavista a rezar, difundimos que íbamos a hacer el viaje a Valencia y que aquél que quisiera aportar material o su granito de arena podía hacerlo. Y nos encontramos con que muchísima gente nos quería ayudar, incluso nos ofrecían vehículos para transportar el material, así que salimos bastante cargados».
¿Cómo fue el momento de llegar a los pueblos y ver lo que había?
«Muy duro. Llegamos el viernes por la noche y nos pusimos a buscar a gente para ayudarles. Eso sí, la policía nos comentó que teníamos que ir con mucho cuidado porque se estaban produciendo bastantes saqueos. De hecho, los mismos vecinos no abrían las puertas de sus casas por el miedo que les daba que les entrasen a robar. Nosotros queríamos repartir el material en primera persona y acercarnos a aquellos lugares a los que no había llegado prácticamente nadie».
¿Dónde pasasteis la noche?
«Íbamos a dormir en el coche, pero un amigo nos dejó dormir en su casa. Así pues, el sábado, a las 7 de la mañana, nos desplazamos hasta el pueblo de Catarroja, porque nos informaron de que había un punto de mando allí, pero, cuando llegamos, nos encontramos que no había ningún tipo de organización, así que, de alguna manera, cogimos las riendas. Prácticamente era el primer día que salían de sus casas, así que estaban más pendientes de encontrarse con sus familiares y con sus amigos que de empezar a organizar las tareas de limpieza de sus casas o de las calles. Por la tarde, llegó Protección Civil y les cedimos el punto de mando, pero viendo la necesidad que había, decidimos que teníamos que volver al día siguiente. Así pues, llegamos el mismo sábado sobre las ocho de la tarde a Tarragona, hicimos compras para volver a llenar la furgoneta y salimos dirección a Valencia a las tres de la madrugada».
Una vez ya sabíais con lo que os encontraríais, ¿os dio tiempo para organizar qué queríais hacer?
«Sí. El mismo amigo que me dejó dormir en su casa en Valencia, contactó con la concejala del Algemesí y consiguió que, con nuestro número de matrícula, pudiéramos acceder al municipio y, además, nos habilitaron un punto de mando que, casualmente, fue la mezquita. Además, como llevábamos mucho material, hablamos con unos vecinos, que nos abrieron las puertas de sus locales para que pudiéramos descargar todo allí. Así pues, nos pusimos manos a la obra y comenzamos a repartir material a la gente más vulnerable y nos dimos cuenta de que, a las zonas más alejadas no había llegado nadie, ni el Estado ni los voluntarios. Nos encontramos con un señor de 90 años que no tenía hijos y con una señora de 80 que tenía una prótesis y que no se podía ni mover y que, días después de la tragedia, todavía no habían sido atendidos, así que tuvimos que ir haciendo viajes, del local que nos habían facilitado hasta sus casas, para llevarles todo aquello que necesitasen. Por otro lado, a las personas que veíamos que no eran tan vulnerables, les dirigíamos hacia el punto de mando que había organizado el Ayuntamiento».
¿Cuál era la situación que te encuentras allí?
«Un desastre. La primera noche que llegamos, que estuvimos en Massanassa, el barro nos llegaba hasta las rodillas. Los bajos estaban todos destrozados, las familias van a tardar un tiempo en recuperar la normalidad. Hemos pasado por puntos en los que nos han dicho: 'Aquí ha fallecido gente', 'aquí han encontrado a una señora que se quedó atascada por el barro y falleció'. Es algo que hay que ver en primera persona, no se puede describir. De manera subjetiva piensas en lo que va a costar volver a la normalidad».
Lo que se ve a través de la televisión quizás es una mínima parte en comparación con la situación que, en realidad, hay.
«Exacto. Son personas que, mientras le ayudas, escuchas cómo su voz vibra, ves cómo lloran y lo mal que lo están pasando. La situación es muy mala. Los militares están haciendo un gran trabajo, pero claro, no son los suficientes. Los policías ayudan a regular el tráfico, pero se necesita a más gente. Los que trabajan muchísimo son los Bomberos y Protección Civil, que están haciendo un trabajo enorme, la verdad».
Estos días el país entero se ha volcado con Valencia, donde han acudido miles de voluntarios. ¿Cómo es vivirlo en primera persona?
«Es una pasada la solidaridad que hay, pero es necesario que siga yendo gente. También te digo que va a llegar a un punto en el que va a haber una sobresaturación de material que, en estos momentos, ya no es necesario. Esto no va a ser de una semana o de dos, va a llevar meses, así que se debería de gestionar. Se necesita gente, sí, pero gente con material de trabajo, con máquinas para quitar agua y cepillos para el barro, pero también para sacar los muebles y los coches que ocupan las calles».
¿Qué es lo que más te ha impactado?
«Entre otras muchas cosas, sin duda, el olor. Este miércoles hemos hecho otro viaje y hay zonas en las que, directamente, huele a muerto. Tanto el sábado como el domingo de la semana pasada todavía se podía respirar, pero este miércoles olía fatal».
E imagino que tomando medidas para evitar infecciones como ponerse botas de agua, guantes y mascarillas...
«Claro. Antes decía que se necesita a mucha gente, pero tienen que ser responsables. Puede haber infecciones y afectar a otras familias de manera directa, por este motivo, todos los voluntarios que venían con nosotros tenían que llevar el material de protección necesario. Este sábado tenemos otro viaje programado, de bastantes vehículos, y todos tienen que ir con mascarillas, con botas y con guantes».
El sábado volveréis a estar en Valencia ayudando.
«Sí, saldremos el viernes por la noche para estar el sábado a primera hora haciendo el reparto. Hemos conseguido que nos habiliten un local comercial y allí haremos la descarga del material. Así que, otra vez, intentaremos acercarnos a los vecinos, estar en primera línea, e ir preguntándoles qué les hace falta y saber qué zonas son las más perjudicadas para llegar a ellas y echar una mano. Muchos policías me han dicho que no saben cómo no se pide más ayuda, porque están desbordados. Ellos mismos te piden ayuda».
¿Cómo puede ayudar la gente de aquí, de Tarragona? ¿Necesitáis algo para este sábado?
«Sí, tenemos cuarenta palés en Mataró y necesitamos furgonetas. Contactamos con una empresa de alquiler de furgonetas de Tarragona y nos dijeron que, si era para ir a Valencia, no nos alquilaban las furgonetas. Me parece indignante que, cuando más hace falta, no nos ayuden. Nos dijeron que alquilaban las furgonetas para ir donde fuese, menos a Valencia».
Hay un sector que está aprovechando esta situación para atacar a los inmigrantes, difundiendo que, cuando llegan, se les ayuda económicamente o se hospedan en hoteles mientras que la gente de aquí ahora no tiene dónde vivir. ¿Qué les dirías?
«Los que actuamos bien no tenemos que defendernos de nada. Estamos de acuerdo en que toda la inmigración ilegal que no aporte nada al país, tiene que volver al suyo. Ahora bien, siempre digo que el odio nació para separar a los ignorantes y, quien es ignorante, cree en ese mensaje de odio. Nosotros no hemos hecho esta acción en contra de ningún partido político ni contra ningún eslogan, lo hemos hecho como gente de origen marroquí que nos sentimos españoles, que llevamos toda la vida en España y que haremos lo necesario por el país pero, sobre todo, por la sociedad española. Es en lo que creemos, en la empatía y en la unión, y no en las diferencias y en el odio».