Educación
Experimentos y talleres: la Semana de la Ciencia formará a 1.600 jóvenes sobre el cambio climático
Durante tres semanas, los alumnos de veintidós centros educativos de Tarragona descubrirán el origen del calentamiento global, sus efectos y cómo se pueden minimizar
El cambio climático es uno de los retos más grandes al que se enfrentan las nuevas generaciones. Por este motivo, es también el tema central de los talleres que la Universidad Rovira i Virgili y la Asociación Empresarial Química de Tarragona organizan en el marco de la Semana de la Ciencia de este año.
En realidad, se trata de tres semanas, durante las cuales más de 1.600 alumnos de primaria y secundaria, provenientes de 22 centros educativos del Camp de Tarragona, descubrirán el origen del cambio climático, sus efectos y cómo se pueden minimizar, todo eso a través de experimentos prácticos. Este año, por primera vez, las jornadas también se trasladarán fuera del CRAI del Campus Sescelades para acercarse a los centros de educación secundaria.
Los estudiantes de quinto de primaria de la Escuela de Prácticas y los de cuarto de la Escuela Marcel·lí Domingo, fueron, ayer, los encargados de empezar los talleres. Lo hicieron soplando por una cañita de refresco dentro de una solución, observando, con curiosidad, como el CO2 de su aliento hacía cambiar el líquido de color, descubriendo, así, el origen de las emisiones de dióxido de carbono. «Creo que es importante que la sociedad actual fomente el interés por la ciencia entre los más jóvenes. Una sociedad crítica es más capaz de resolver los problemas del futuro», explicaba Jorge Cobas, uno de los estudiantes de la URV encargado de impartir los talleres.
«Aquí tienen oportunidad de tocar, manipular y ver de cerca los conceptos que han aprendido en clase», explicaba Sònia Jiménez, tutora de los alumnos de la Escuela de Prácticas. «En la escuela tenemos laboratorio, pero no contamos con todos los recursos para hacer los experimentos que hacen aquí», explicaba Dolors Cano, directora de la escuela Marcel·lí Domingo.
«Además, es una buena manera de motivar a los alumnos para que en un futuro sigan caminos científicos, sobre todo a las niñas», añadía. Algunos estudiantes, como Ryan Chona, que se proclamaba orgullosamente aficionado de la ciencia, se mostraban especialmente motivados.
«Mi experimento preferido ha sido el del generador de CO2», aseguraba el joven. A través de este, los alumnos comprobaban cómo un tarro de cristal lleno de dióxido de carbono se calentaba más que uno sin, ejemplarizando así el efecto invernadero. «Las clases también son divertidas, pero eso es mucho más ‘guay’», admitía el joven.