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Giro de 180 grados en el sector de la construcción en Tarragona: la falta de relevo generacional frena nuevas obras de edificios

Las obras en la última década suponen sólo una décima parte de lo que se hacía antes de la burbuja, a pesar de un leve repunte

La falta de jóvenes cualificados en Tarragona compromete el ramo de la construcción.Cedida

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El papeleo y la falta de un relevo generacional en la construcción frenan la ampliación del parque de viviendas, según denuncia el sector de la construcción. El presidente de la Asociación de Promotores de Cataluña (APCE), Xavier Vilajoana, dice en una entrevista a ACN que por término medio se tardan unos tres años entre la obtención de la licencia de obras y la entrada de los residentes en sus nuevos hogares.

Al mismo tiempo, también ve dificultades para «arrastrar la mano de obra joven». De hecho, un estudio apunta que dos de cada diez trabajadores tienen más de 55 años, y una constructora admite que ha tenido que renunciar a alguna obra». El dinamismo del sector se ha frenado en la última década, en la que se ha construido una décima parte de lo que se hacía antes de la crisis de 2008.

Los datos del número de hogares edificados cada año publicados por la secretaría de Vivienda muestran la caída drástica de construcciones, y también el repunte de los últimos años. Durante los años 90 del siglo pasado, el número de viviendas inauguradas fue de 406.636, una cifra que la década siguiente se elevó hasta los 631.758.

Cuando la burbuja inmobiliaria estalló, el sector se desplomó y la década pasada sólo se acabaron 88.020 casas y pisos. Entre el 2021 y el 2023 se han sumado 40.214 más, casi la mitad que en toda la década anterior. El auge de la burbuja coincidió con una crecida de la población del país, pero mientras que los residentes en Cataluña han seguido subiendo, la tendencia del ritmo de construcción ha sido inversamente proporcional desde el 2008.

El tiempo que pasa entre la solicitud de la licencia de construcción en un suelo de un municipio y la entrada a vivir de los inquilinos, según Vilajoana, es de unos tres años. Unos cálculos que divide en unos ocho meses iniciales para obtener el permiso, entre 18 y 20 meses de obras y el periodo de «postconstrucción», que pronostica que se alarga alrededor de cinco meses. Por eso, dice que «todo lo que sea acortar estos plazos, bienvenido sea», en referencia a lo que anunció el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, para agilizar los trámites a la mitad.

Relevo generacional

Un estudio de la asociación y la Universidad Pompeu Fabra (UPF) sobre la evolución de la promoción y construcción residencial destaca que dos de cada diez trabajadores de este sector tenían más de 55 años en el 2022. A la vez, indica que la ratio de menores de 30 años pasó del 12,4% en el 2012 al 9,2% en el 2022. El análisis también apunta que la crisis del sector del 2008 provocó que los asalariados jóvenes se trasladaran a otros empleos como la hostelería y alerta que esta tendencia no se ha revertido.

El presidente de la APCE, Xavier Vilajoana, considera que la industrialización puede ayudar en la falta de relevo generacional en el sector, pero puntualiza que «la construcción de toda la vida seguirá teniendo un peso muy importante» y que, por lo tanto, hace falta mano de obra.

Para atraer a más juventud, Vilajoana sugiere rebajar la edad de las prácticas de los 18 a los 16 años en la FP Dual. Una visión que comparte el director general de la constructora Garcia Riera, con sede en Vila-seca (Tarragonès), Xavier Garcia, que avisa de que en los 18 «casi se hace tarde» para atraer a esta juventud a la construcción.

Garcia remarca que las obras son sus «centros de trabajo» y defiende que no son igual que hace 20 o 30 años. En este sentido, apuesta por «modernizar la imagen» del sector y remarca que eso pasa por «potenciar la formación». Especialmente, puntualiza, «hay que incidir en la prevención para hacer la profesión más segura», porque la gente vincula el oficio a una imagen de cierta «accidentalidad».

El director general de la constructora tarraconense confirma que la burbuja inmobiliaria provocó que «mucha gente migrara hacia otros sectores» como la automoción y los servicios. Una mano de obra que ahora ya no vuelve. Por eso, García insiste en «hacer más atractivo el sector» y sugiere, por ejemplo, la «mejora de la flexibilidad horaria». De hecho, las constructoras también buscan «incorporar a la mujer», porque «se está escapando totalmente el talento femenino».

Aun así, los promotores también admiten que actualmente «no están los ritmos de producción, ni de construcción ni de volumen necesarios» para reclutar más mano de obra. El presidente de la institución confía en que cuando se tengan que necesitar, se encontrarán los albañiles, y dice que «la administración puede facilitar ciertas cosas». Por ejemplo, entre algunas medidas, propone «la regulación de inmigrantes que quieran trabajar» en este ámbito.

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