David Rocamora: «El abogado de Tarragona ha interiorizado las carencias de los centros, pero las suple con coraje»

Usted se presentó en las elecciones del 2020 y perdió. ¿Qué lo hizo volver a postularse este año?

«La confianza en que el proyecto que llevaba hace cuatro años todavía es válido y más necesario que nunca».

¿En qué sentido?

«En los últimos 12 años de ciclo electoral, se ha llevado a cabo una gestión económica muy correcta. Pero yo pienso que el ICAT es una empresa que no tiene como propósito repartir dividendos. La riqueza de una corporación pública está en la prestación de servicios».

¿Qué servicios ha echado de menos y quiere ofrecer?

«Un ejemplo claro es el Colegio, que actualmente cierra a las 18 h y que creemos que se tiene que ampliar. Porque hay abogados que no tienen despachos y tienen que poder tener acceso. Más allá, también consideramos que se tiene que ofrecer formación especializada en más ámbitos y de mayor calidad. Y que la fundación que se creó se tendría que dotar de más capacidad».

¿Con qué objetivo?

«Para ayudar a los colegiados en situaciones complicadas. Por ejemplo, un abogado puede tener un accidente y estar tres meses incapacitado. Montar un despacho exige muchos años de trabajo, pero desmontarlo es muy poco tiempo porque los clientes tienen necesidades cada día que, si no se pueden atender con garantías, hacen que la gente migre».

Atención psicológica

No es un trabajo fácil.

«Hay situaciones desgarradoras. Por eso, también estamos valorando ofrecer un acompañamiento o una disponibilidad de acompañamiento psicológico. Es un trabajo que te confronta permanentemente con situaciones que, desde un punto de vista emocional, son complejas. Y generan un grado latente de ansiedad que tendríamos que poder trabajar».

Durante la campaña electoral también hizo inciso en las desigualdades que genera la inteligencia artificial. ¿A qué se refiere?

«Es un reto de futuro importante. Es un elemento que puede alterar la libre competencia porque las herramientas más desarrolladas pueden estar al alcance de aquellos que tienen más capacidad económica. Por lo tanto, puede profundizar la distancia entre los grandes despachos y aquellos que ejercen independientemente».

¿Con respecto al Foro Judicial, cree que el nuevo Gobierno cumplirá su palabra?

«Confío en que los compromisos que se han adquirido por parte de la clase política se cumplirán y que el 2028 será una absoluta realidad».

¿Qué pasaría si no fuera así?

«Nos encontrarán confrontando la inacción y el incumplimiento de un pacto que es absolutamente impasable. Seremos exigentes mediáticamente sin perjuicio de cualquier otra acción que nos compete. Pero no quiero ponerme la venda antes de la herida».

¿Cree que el proyecto puede quedar pequeño?

«Es posible porque se ha demorado mucho la ejecución del proyecto y ha crecido mucho la complejidad de la sociedad. Es muy evidente la necesidad de más juzgados en Tarragona. Recuerdo que una situación parecida ocurrió con el Palacio de Justicia en Reus».

¿Cuál es el sentimiento general entre los abogados tarraconenses?

«El abogado de Tarragona ha perdido la capacidad para quejarse y ha interiorizado las carencias de los centros y su dispersión. Forma parte ya de su ADN. Pero eso también afecta a la ciudadanía. ¿Cuántas personas se habrán perdido buscando dónde hacer un trámite»?

Recientemente, el Ayuntamiento de Tarragona ha aprobado la Ordenanza de Mediación. ¿Qué opinión le merece?

«Establece la necesidad de mediar en determinadas materias en el ámbito contencioso administrativo. Y en general en todo aquello que sea una resolución del problema de un ciudadano evitando un pleito. Es una buena noticia, aunque no he analizado en profundidad el texto todavía. Se tiene que destacar que es imprescindible que en estos procesos, que son igual de importantes que un pleito, se garantice la presencia de un mediador o de un abogado con esta especialidad. Muchas veces, el trabajo más valorado de un abogado es evitar un juicio».