Entrevista
Laura Sierra: «Romper con la jerarquía tradicional del cine puede ser una reivindicación política»
Sierra es miembro del Col·lectiu Vigília, autores de ‘L’edat imminent’, nominada a Gaudí por Mejor dirección novel
¿Qué os motivó a explorar las dinámicas familiares y las responsabilidades intergeneracionales?
«Tiene mucho que ver con el hecho de que sea un proyecto colectivo. En nuestro caso, somos seis personas diferentes, entonces nos encontramos con seis ideas diferentes, seis maneras de entender el cine. Lo que hicimos es plantearnos dónde convergían estas visiones, qué temas se intersectaban con lo que nos interesa. Al poner estas ideas en común y ver cómo se relacionaban entre ellas, vimos que una muy común eran estas relaciones intergeneracionales y estos cuidados que muchos de nosotros estábamos viendo entre nuestros padres y nuestros abuelos, que eran cada vez más dependientes. Entonces pensamos, ‘ostras, quizás sería interesante plantear esta misma historia, pero desde el punto de vista de un joven’, ya que es más cercano al nuestro. Además, es esta perspectiva juvenil la que nos ha permitido tratar un tema que no deja de ser dramático de una forma más ligera y cotidiana. No queríamos una película con una carga emocional muy fuerte, sino que buscábamos plantear este dilema, pero siempre desde un punto de vista muy propio de los personajes».
¿Cómo se construye esta relación tan íntima entre los dos personajes principales?
«Fue un proceso bastante intenso, pero también muy satisfactorio. La mayor parte del casting está conformado por actores y actrices naturales, es decir, no profesionales. Este también era el caso de Antonia Fernández Mir, que interpreta a Natividad y tiene una historia personal muy similar a la que nosotros planteábamos para el personaje, pero claro está, no tenía ningún tipo de experiencia en el mundo de la actuación. El primer paso fue hacer que nos cogiera confianza, primero a nosotros y después a Miquel Mas, que es el actor que interpreta a Bruno. Fueron muchos ensayos previos al rodaje, en los que se constituían como una especie de juegos que hacían referencia a momentos cotidianos que podría vivir una abuela y un nieto en el día a día».
En los inicios del proyecto, cuando todavía era un Trabajo de Fin de Grado, ¿esperábais que tuviera este recibimiento?
«Siempre hemos creído 100% en la historia que explicamos, pero nunca podíamos imaginar esto. Flipamos muchísimo con la nominación, todavía no nos lo acabamos de creer. Ha sido una sorpresa muy grata y nos ha dado muchos ánimos, ya que quizás implica que la película gane una visibilidad que de otra manera no habría tenido»
La película también ha funcionado con el público internacional.
«No pensábamos que viajaría tanto, pero ha sido una experiencia muy bonita poder participar en varios festivales y que además se reconociera nuestro trabajo tan lejos de casa. Es muy interesante constatar cómo se recibe en diferentes países. Al final creo que la conclusión que hemos sacado es que aunque la historia está muy arraigada al contexto local, reflejando el tejido asociativo de Nou Barris, con las batucadas, las fiestas tradicionales y los paisajes del barrio, nos damos cuenta de que trata temas universales, como la dependencia y las relaciones intergeneracionales, que resuenan con el público internacional. Nos emociona ver cómo la esencia de lo que queríamos transmitir llega y conecta con personas de todo el mundo».
¿Qué implica trabajar como colectivo?
«Es un proceso que rompe con la clásica jerarquía de la industria cinematográfica. Cada uno aporta desde su rol, pero todo el mundo participa en la creación. Los seis hemos estado presentes en todo momento de este proceso, por eso firmamos como colectivo. Es un planteamiento que va más allá del trabajo, es una reivindicación que también tiene su parte política».