Cultura
La Tarragona en miniatura: una exposición para visitar la ciudad en 10 minutos
Una exposición muestra maquetas de porexpán de monumentos tarraconenses, hechas por Raimundo Alcalà
Tarragona es una ciudad de distancias cortas, y muchos afirman que «en un día ya se tiene vista». Pues en el Patronato Municipal de Turismo, de hecho, se puede recorrer en menos de diez minutos, aunque es probable que todo aquel que aprecie la atención al detalle alargue considerablemente su visita.
El Pont del Diable, la Catedral, el Ayuntamiento, o el Balcó del Mediterrani, son únicamente algunos de los monumentos que llenan la sala del local de la calle Major, donde desde el 19 de enero y hasta el 16 de febrero se exponen una veintena de maquetas que reproducen los edificios más emblemáticos de la ciudad.
Estas, aunque cueste creer, llegaron a manos de Raimundo Alcalà Ortiz siendo nada más que un bloque de porexpán. Después de casi treinta años recogidas en un almacén, las piezas han podido ver la luz gracias a la muestra, impulsada por la familia del autor.
«Hacía años que considerábamos la idea, porque era una lástima que estas obras de arte quedaran escondidas, pero no nos atrevíamos a dar el paso», explica Andrea Alcalà, nieta de Raimundo, que murió el año 2008. «Lo que más nos preocupaba era el transporte de las piezas, ya que el material es muy frágil», apunta.
De la madera al porexpán
Raimundo Alcalà Ortiz nació el año 1925 en una familia humilde, y se dedicó profesionalmente al ferrocarril y la carpintería, practicando el último oficio en un taller en la Part Alta, donde vivió toda su vida. «El abuelo siempre había trabajado con madera, pero no se aficionó a cortar porexpán hasta su jubilación», explica su nieta. Cuando encontrábamos un trozo en la calle o comprábamos alguna cosa que llevaba se la dábamos a él. Nunca compró el material, siempre fue reciclado», asegura.
Raimundo, explica Alcalà, era autodidacta, y basaba sus obras en fotografías de enciclopedias. «Ahora con la internet se tiene acceso a todo tipo de imágenes e información, pero hace treinta años la situación era muy diferente, las fotografías no siempre tenían una gran calidad, y el más parecido al zoom era una lupa», apunta.
La fragilidad del material utilizado fue uno de los otros retos con el que el artista se tropezó consigo durante los primeros días de construcción. «La pega corroía el porexpán, entonces todas las piezas están unidas con agujas», señala Alcalà. La pintura que da color a las miniaturas es acrílica, y los detalles más delicados, como las puertas o ventanas, fueron elaborados con madera.
Tarragona como a musa
La colección de Alcalà Ortiz es protagonizada exclusivamente por espacios tarraconenses. «Él adoraba la ciudad, y creo que se puede ver reflejado en sus obras», asegura su nieta. La exposición, aparte de recoger monumentos y calles históricas como la Torre de los Escipions o la calle de la Merceria, también incluye edificios más personales, como la Escuela Saavedra, donde estudió, y el Jardín de Infancia Yo-ni, donde trabajan sus familiares.
Estas dos, junto con la ermita de la Salut, fueron las primeras maquetas del autor. También se pueden ver edificios que ya no están, como el Teatro Principal, ubicado en la Rambla Vella y derribado el año 1964. «Es una auténtica cápsula del tiempo, y nos hace mucha ilusión poder compartirla con los tarraconenses», expresa Alcalà.