Política
Esperar el viento a favor
Albano-Dante Fachín y Josep Costa llenan la sala de Grados de la URV convocados por la Asamblea
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Una imagen de la charla protagonizada por Albano-Dante Fachín y Josep Costa, el martes en la URV.
Defender la independencia de Cataluña como objetivo político me parece, a estas alturas, una tarea titánica. Sobre todo después de ocho años de un nuevo ‘procés’, el de la deconstrucción de toda la estructura social y política que llevó a este país a una república, aunque fuera de 8 segundos.
Por eso fui el martes a la charla organizada por la Asamblea a la sala de grados de la URV, interesado por ver cómo es posible mantener un discurso independentista y que no acabe todo en un valle de lágrimas. Lejos de eso, no puede decirse que el público salió de allí con euforia, pero sí que se podía percibir una cierta satisfacción porque todavía hay un discurso coherente que, sin prometer jugadas maestras y liderazgos mesiánicos, plantea escenarios plausibles y, hasta cierto punto –«por qué no», seguramente pensaban muchos de los asistentes– realistas.
Los ponentes eran Albano-Dante Fachín y Josep Costa, uno, catalán de Argentina y el otro, catalán de las Islas, activistas que desde procedencias bien diferentes, tanto geográficas como ideológicas, se han convertido en elementos disruptivos. Los dos fueron protagonistas en formas diversas del 1 de Octubre, pero todavía se pueden permitir defender la autodeterminación catalana «sin tener que pasar vergüenza», una expresión que apareció más de una vez durante la charla, referida a políticos de las fuerzas políticas que se llaman independentistas.
Costa reclamó que ya está bien de creer que la situación actual es mala, «que vamos por mal camino. No es cierto. Claro está que hay problemas, pero la solución depende de poder gestionar nuestros recursos, para ser independientes». Literalmente, afirmó que cuando seamos independientes «podremos atar los perros con longanizas», o, rebajando la metáfora, disponer de un bienestar notable: «¿Qué no se podría hacer con 20.000 millones anuales que ahora no tenemos?».
Para Fachín, hay que mantener la confrontación, política, con el Estado. Y el Estado, defendieron los dos ponentes, es tanto la Guardia Civil –«saludos al que haya en la sala para grabarnos»-, como el PSOE. «Nos están haciendo creer que se trata de una confrontación ideológica. Y eso no va de derechas o izquierdas, eso va de autodeterminación y del modelo de país que queremos. Mientras nos distraen decidiendo si hay que ampliar el aeropuerto, llegan de Madrid y le cambian el nombre. Es un ejemplo de cómo de poco importante es lo que se decide aquí».
Josep Costa, ibicenco, admitía ser del punto de la isla más alejado del mar, pero, así y todo, se apuntaba a una metáfora marinera: «para alcanzar la independencia no tenemos que cambiar de barco, ni tampoco el trayecto, ya nos conocemos los escollos. De hecho, ni siquiera es determinante la tripulación. Lo que si nos hace falta es mantenernos remando y esperar el viento a favor».
En eso se basa el postulado de Costa. Ahora el viento sopla en contra del independentismo, «incluso nos ha hecho retroceder», pero cree que nada impide que coyunturas nacionales o internacionales puedan hacer girar el viento. «Y cuando el viento sople a favor y nos coja remando, todo irá mucho más rápido».
Citaba el caso de Groenlandia «que puede poner en el panorama un referéndum muy pronto» o la situación en el Quebec, «donde el Partido Quebequés, que ahora mismo sólo tiene tres diputados en el parlamento, sacará mayoría absoluta las próximas elecciones, según todas las encuestas». Fachín incidía en el mismo concepto, «como decía el artista, que la inspiración me coja trabajando. Eso es lo que nos hace falta, seguir remando para cuando lleguen los momentos favorables».
Seguramente todos los asistentes compraban el mensaje, pero en el turno de preguntas ya se hizo evidente que, aunque la idea es mantener el enfrentamiento político con el Estado, falta aclarar cuáles son las acciones concretas que se pueden hacer. Y en esta pregunta, también era implícita la duda sobre qué hay que hacer con unas formaciones políticas que han perdido la confianza de los independentistas.
Los dos ponentes fueron capaces de dar una respuesta a estas cuestiones, inconcreta pero asumible. Los partidos, defendían los ponentes, se tienen que adaptar a lo que la sociedad les acaba reclamando. «La firma de David Bonvehí o Marta Pascual también estaba en la declaración de independencia...» manifestaba Costa.
Es decir, «que incluso un político inútil, si ve peligrar su silla, puede llegar a conducirnos a la autodeterminación». Montenegro servía de ejemplo para hablar de la irreversibilidad: «Los que ahora gobiernan Montenegro eran los mayores opositores a su independencia. ¿Os pensáis que han dado algún paso para dejar de ser independientes?».
Así pues, en conclusión, hay que mantener el rumbo, remando en la misma dirección y esperar tiempos mejores que nada demuestra que no tengan que llegar, –aunque tampoco tenemos garantías de lo contrario. El tiempo que habrá que esperar nadie lo sabe. Y, quizás, a los que dejaron pequeña la Sala de Grados se les hará demasiado largo.
Otra cosa que llamaba la atención era que el más joven de la sala seguramente era yo (y yo tengo 56 años). Eso también se comentó en un momento de la charla, pero Dante Fachín manifestó que sí que hay jóvenes movilizados, que se hacen más evidentes en las redes sociales que en charlas de la ANC.
El final de la charla se cerró con una idea final de Costa, que se mostró muy contundente con un punto de la hoja de ruta de la Asamblea, de la que él es miembro: «Se defiende que si se declara la independencia, se abrirá un periodo de caos. ¿Es que nos hemos bebido el entendimiento? Si nunca somos independientes, desde el minuto uno, hacen falta ley y orden. Y punto».