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Carnaval

Tarragona se rinde al Rey Carnestoltes y a la Concubina

Ayer Disco 45 y Colours Fantasy empezaban su reinado con la entrada en la ciudad y una gran gala

Imágenes de la entrada en la ciudad del Rey Carnestoltes (Dani Baelo) y su Concubina (Elia Coca).

Imágenes de la entrada en la ciudad del Rey Carnestoltes (Dani Baelo) y su Concubina (Elia Coca).Gerard Martí

Marta Omella
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Tarragona

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Su las 6 de la tarde y, como cada día, varias personas miran expectantes la entrada del mercado central. La plaza, sin embargo, no es la Corsini, sino la de la Disbauxa, y está llena , excepto un pasillo que dará la bienvenida a los grandes protagonistas de la semana: el Rey Carnestoltes y su Concubina. Cuando el carrilló se esconde, Amparito vuelve a sonar, esta mano de la Xaranga TomaNota, que acompaña a los Séquitos mientras hacen su entrada triunfal. Mientras algunos niños, sobre los hombros de sus padres, obtienen una vista privilegiada, otros se tienen que conformar con escuchar la música y observar las plumas fosforescentes de los sombreros que rápidamente llenan el centro de la plaza.

En el lado derecho, un mar azul y naranja eléctrico se sitúa delante de su rey, mientras que a la izquierda, dominan el rosa y el plateado. Sobre el escenario, Dani Baelo, de Disco 45, y Elia Coca, de Colors Fantasy, se preparan para iniciar su reinado. Antes, sin embargo, la colla La Bóta, que este año celebra su 40.º aniversario, fue premiado como Boter d'Honor 2025. «Esta mezcla armoniosa entre las lentejuelas maravillosas y la sátira tradicional es una de las claves de nuestro carnaval», aseguraba la consejera de Cultura Sandra Ramos. A su lado el alcalde Rubén Viñuales esperaba el que, aseguraba, era «su momento preferido del año». «Ahora entregaré la vara y me marcharé una semana a las Bahamas», afirmaba. Finalmente, el alcalde cumplió la mitad de su promesa y el reinado de Sus Majestades se oficializó.

Los nuevos sobirantes no tardaron mucho en dictar sus primeras 10 órdenes ejecutivas en un parlamento con mucha sátira pero poco catalán. «Aquí manda Viñuales, en Catalunya Illa, y en Espanya Sánchez, no creo que se escandalicen mucho si pronunciamos el discurso en castellano», exclamaba Coca, aunque finalmente acordaba con Baelo pronunciar un discurso fifty-fifty «como los ‘coles en Barcelona’. Si bien arrancaba con un tema controvertido, el pregón adoptaba, rápidamente, una posición que nunca falla al unir a los tarraconenses, apropiándose de la eslogan MAGA: «Movimiento de Acción Global Anti-Reus». De esta manera, la provincia se sometía a la capital, el estimadísimo muro de Trump se convertía en una muralla que separaba Tarragona y Reus, y las víctimas de las deportaciones masivas eran los ganxets. El aeropuerto pasaba a ser nuestro, y el Delta del Ebro, también, ¿por qué no?

Las generosas críticas salpicaron, incluso, el mundo del deporte, vetando la entrada a la ciudad a Eder Mallo, el árbitro del Nàstic-Màlaga, y nombrándolo persona non grata. Además de órdenes y prohibiciones, los monarcas también expresaron sus demandas. Entre estas, un mayor presupuesto para la Disfressa d'Or, la exclusividad completa de la Tarraco Arena, y cerveza infinita para la Farra dels Ninots. La solidaridad con la Comunidad Valenciana también estuvo presente, y el Rey y la Concubina dedicaron unas duras palabras a su presidente. «Proponemos que dentro de la Bota pongamos al muñeco de Mazón, que queme con nosotros», lanzaba Coca. «Hablando de desastres naturales, la novena orden es casi una plegaria: que los voluntarios de la DANA, cuando acaben el trabajo en Valencia, vengan a la Part Baixa de Tarragona, que aunque no llueve mucho está hecha una mierda», añadía Baelo.

El fin del discurso dio pie al inicio del primero de muchos bailes, y Sus Majestades bajaron de la tarima de la Disbauxa para subir al escenario del Teatro Tarragona. Antes, sin embargo, los Séquitos reales y su fiel público desfilaron en comité por la Rambla Nova mientras se movían al ritmo de la charanga. Con el inicio de la Gala, la música de calle era sustituida por los hits más carnavaleros, y los shimmies improvisados se convertían en intrincadas coreografías que concedían a ambos Séquitos su oportunidad para brillar. El Rey y la Concubina protagonizaban el espectáculo, cambiando sus brillantes vestidos por otros todavía más vistosos y presidían el escenario delante de un público que adoró cada momento.

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