Escapadas
Vespella, el arte en puertas abiertas
El municipio de Vespella de Gaià concentra un valioso patrimonio artístico, arquitectónico y paisajístico
Poco más de diez kilómetros separan Torredembarra de Vespella de Gaià, un municipio del Tarragonès que concentra varios puntos de interés. El primero es su situación, que permite, desde el punto más alto, disfrutar de unas privilegiadas vistas del Baix Gaià hasta el mar. El segundo, su patrimonio arquitectónico, con la iglesia románica de Sant Miquel y los restos del antiguo castillo. Y el tercero, y quizás más relevante, es el Parque de esculturas al aire libre, con obras de varios artistas contemporáneos de renombre, como Martí Royo, Glòria Ortega, Antoni Mas o Rufino Mesa.
La ruta empieza en los Masos de Vespella, el núcleo donde está el Ayuntamiento y la mayoría de viviendas del municipio. Allí, entre casas de color encarnado, amarillo o aciano pescador, se encuentran obras como la magnífica fuente pública de cerámica firmada por Martí Royo y Rafael Bartolozzi. El pintor y escultor Rafael Bartolozzi (Pamplona, 1943-Vespella de Gaià, 2009), fue alcalde de Vespella entre los años 1991 y 2003, y contribuyó intensamente a la dinamización artística del pueblo, impulsando, entre otros proyectos, este Parque de esculturas al aire libre.
Después de un paseo por las calles de los Masos, vale la pena llegar hasta Vespella, que se encuentra encaramada en una pequeña colina, y aparcar hasta la plaza de Pujol. Junto al aparcamiento para coches hay el Drac de Foc, escultura de Martí Royo, en la que el artista construyó, a base de piedra refractaria y cerámica, un añico de dragón que medio se confunde con el paisaje. Desde allí, se puede seguir un camino bastante bien arreglado que se sube hasta la iglesia de Sant Miquel y el antiguo castillo.
El trayecto transcurre por el lado de dos esculturas más,Escala Dei de Fèlix Lozano, y Arcs , de Glòria Ortega. Una vez arriba, llama la atención la pequeña iglesia románica dedicada a Sant Miquel, con su singular campanario de sillita con cuatro campanas, y la cripta que hay a tocar, conocida como la prisión. Del castillo se conserva sólo alguna parte del muro y restos de una torre, pero las vistas desde este punto se merecen un paro.
De vuelta, vale la pena recorrer el núcleo para contemplar, en varios rincones, el resto de esculturas que conforman este singular y valioso museo al aire libre.